CAPITULO III
ALTURA, CLIMA, OROGRAFÍA E HIDROGRAFÍA.
ALTURA. La altura máxima sobre el nivel del mar, es de
3,600 pies, la mínima de 809 pies, la media de 900 pies.
CLIMA: Es cálido seco, con un promedio de 30
a 40 grados centígrados durante la mayor parte del año, variable en los meses
de noviembre, diciembre, enero y
febrero, en los que desciende entre 20 y 30 grados, lo mismo que en la temporada
de lluvias derivado de fenómenos meteorológicos del norte o sea tormentas
tropicales y huracanes, soplando fuertes vientos en los meses de agosto y
septiembre, que aprovechan la “patojada” para volar barriletes. En la parte más
elevada como las aldeas el Pino y Pila de Moscoso el clima es más o menos templada,
bastante tolerable, observándose en la
presente década un cambio de clima más
caluroso. Por la naturaleza de su ubicación, la parte baja de la sierra de las Minas, en el
cañón entre ésta y la del Merendón, el régimen de lluvias no es tan copioso en
el municipio como en otras partes, salvo cuando el invierno normal es
alimentado por tormentas tropicales
provenientes del norte, situación que se ha dado con frecuencia en los últimos
tiempos.
OROGRAFÍA. Por encontrarse el municipio
enmarcado en el Valle del Motagua, carece de montañas y volcanes sobresalientes,
pues solamente se observan pequeñas colinas sin nombre conocido, que se
desprenden de la sierra del Merendón y
sus estribaciones, que atraviesa el municipio por el cardinal sur, de oriente a
occidente, así como pequeños cerros y lomas que algunos lugareños llaman
inapropiadamente “malpaíses”, entendido este como mala tierra, encontrándose
uno de éstos en las proximidades de la aldea El Paso de los Jalapas hacia el
sur, que posee la característica de encontrarse casi siempre húmedo, situación
que trae consigo beneficios a la agricultura, pues produce mucha fruta
especialmente jocote marañón, jocote tronador y papaya, aparte de las buenas cosechas
de maíz y frijol, que se levantan todos los años. Existen otros cerro llamado
Ananopa o Malpaís de EL Zapote, situado en la aldea de igual nombre, refugio de
garrobos y serpientes de varias clases, quizás por lo pedregoso de su geología;
esta también cercano a la población, la loma conocida como El Malpaís de Don
Chílo, hoy convertido en buena parte, en un caserío, rumbo hacía la aldea
Espíritu Santo, y el Malpaís de tío Quique,
en donde se levantaban buenas cosechas en favorecidos inviernos. Además los
cerros El Morral, El Mulatal y El Nanzal. Estos terrenos, contrario a su despectivo
nombre de “malpaís”, si bien son secanos, contienen las propiedades químicas y
nutrientes que requiere la agricultura,
para producir, con agua de bueno inviernos naturalmente.
HIDROGRAFÍA. Cruzan el municipio los
siguientes ríos:
MOTAGUA. El más caudaloso de Centro América, pasa por esta población,
pero nace en las montañas del departamento de El Quiché, con el nombre de río
Grande, de donde desciende serpenteante, con la unificación de varios
riachuelos en el curso de su largo recorrido rumbo al mar, que lo hacen grande,
majestuoso, formando enormes rápidos que provocan el murmullo de sus aguas, que
Vista del río Motagua
penetran el oído con sensaciones de
alegría, pero también de nostalgia, cuando se escuchan en la lejanía, al
despertar, en momentos de insomnio o de
meditación en la quietud de la noche, trayendo a la mente de quienes lo
hemos recorrido y escudriñado, imborrables gratos recuerdos de lo mucho
disfrutado de su entorno, así como de sus profundas pozas y agradables remansos
que constituyen un área de esparcimiento, que invita a los bañistas a
permanecer sumergidos en sus frescas aguas cristalinas sin querer salir, o
simplemente de descanso y recogimiento espiritual. Su recorrido por la
jurisdicción, cuyos habitantes lo celebran por todas las bondades que les
ofrece, lo hace de poniente a oriente, en una extensión de veinte kilómetros, seiscientos
cuarenta metros, este opulento río, otrora navegado por primitivas razas
nuestras, así como por bucaneros y aventureros de ultramar de épocas de leyenda
y atrevidas hazañas.
Su caudal en los últimos años ha mermado,
más que todo, en verano, pero en
invierno, debido a sus fuertes aluviones, se ha acercado considerablemente a la
población, constituyendo un grave peligro para los moradores, obsequiándonos su
fluido para usos domésticos y para el riego de sembradíos que los agricultores
conducen por medio de canales por gravedad y bombas mecánicas. Sus variados
multicolores paisajes son maravillosos, que invitan a disfrutar con la toma de
fotografías, como recuerdo de paso o estadía por el lugar, con la presencia de
aves de vistosos colores, garzas blancas y azules y el martín pescador, en
pleno vuelo o caminando por la orilla en busca de pececillos, y bullangueros
pajaritos, incluido el “alzaculito” con su característica forma de ser de
intrépido nadador y cazador; de algunas iguanas y lagartijas de varias clases
trepadas o deslizándose, jugueteando en los árboles o el suelo, así como de su extraordinaria
abundante vegetación en sus alrededores, y de repente, un conejo que salta del
matocho despavorido, a esconderse en cueva segura, si no es presa del perro o
del patojo travieso que en honda en mano lo hace suyo para el guiso.
EL TAMBOR. Nace en las montañas del
departamento de Jalapa, su caudal es fuerte durante la estación lluviosa, posee
hondos remansos, al igual que partes bajas y corrientosas, sus aguas son utilizadas
para la agricultura y usos domésticos. A la altura de la aldea Agua Caliente y
en las márgenes de este rio se encuentran varias fuentes de aguas termales y
azufradas que son consideradas medicinales,
a las que llega el turismo para admirar el fenómeno y otros bañarse en sus
aguas para curar sus males, es
tributario del Motagua.
LAS
OVEJAS, Tiene su origen en las
estribaciones de las montañas de San Pedro Pinula, de Jalapa, siendo como el
anterior, caudaloso en invierno y hace fértiles las tierras de los lugares que
recorre, es criadero de tepemechines en los embalses, que forman pequeñas cascadas en la parte alta, a
lo largo de su recorrido, desemboca en el Motagua en el lugar antes llamado el
Remolino, en donde existió una profunda poza, con sus enorme rocas al lado,
refugio de peces a cuales mejores. Al lugar situado en la cuenca de este río,
entre el camino antiguo que conduce a las Ovejas y El Zapote, en parte del terreno
el Malpaís, se le llama “Monte del Jute”, de cuyo mirador se aprecian las vegas
y regadillos del área, antes pintoresco para ir de paseo, apreciar el ambiente,
subido en la cima del escarpado cerro, que lo rodea, así como para pescar y
coger jutes, por lo menos así era antes. De noche también,
lugar tenebroso de pasadas intrigas y
cuentos de espantos para los supersticiosos. Sus aguas como las del Tambor,
hace 50 años mantenían su caudal permanente durante todo el año, no mermaba, aún en verano, como acontece ahora,
y al mismo, acudían muchas mujeres del pueblo, en grupo, con su tanates y bateas
a memeches, a lavar ropa, cuando el Motagua o el agua entubada estaban turbias,
en invierno, porque las de este riachuelo aunque lloviera luego aclaraban, para
lo cual se invitaban colectivamente las féminas, lo que servía a algunas
familia de distracción campestre, pues en sus riberas se reunían al medio día
para acompañar a la lavandera y compartir el ambiente, unos llevando atarraya o
anzuelos para coger peces para el almuerzo, complementado con el suculento
caldo de jutes y cangrejos, con yerbas silvestres o algo tan especial: una
iguana o garrobo al carbón aderezada con chirmol de tomate y berenjena asados,
que las habían en cantidad, conseguidas de matatusa, ahí cerquita, en terrenos del “Tintero” y quienes no
gustaban de esos trajines, llevaban su propio bastimento; y ya en la mera
tarde, de regreso a casa, con la mente y cuerpo siempre en acción, cargando un manojo de leña, y el patojo
travieso, con el matate al hombro, repleto de quilete o bledos, malacates,
chununos y frutas tiernas para galguear, o de pájaros y sheras, que honda y bodoques
en mano, recién acaba de casar, en las
cercanías, para la cena y, los huesos,
si es que sobraban, para el perro y el gato, pero no sin antes, a medio camino,
si le era propicio, de escondiditas, mirando para todos lados, por si al caso
habían moros en la costa, echarse a cuestas un buen racimo de mojonchos
camaguas, hueviado en la huerta vecina. ¿Cuidadito con el tiro de sal?, eh.
ANSHAGÜA. Este pequeño rio, procede de la
jurisdicción de El Progreso, entrando al
municipio por el cardinal oeste, a unirse con el rio “Las Ovejas” en el lugar
denominado “Los Encuentros”, su recorrido en
esta jurisdicción, es de ocho
kilómetros aproximadamente, hasta su desembocadura. A lo largo de su recorrido, existen pequeñas
vegas cultivadas de árboles frutales y gramíneas
de primera necesidad.
Existen las
siguientes quebradas con agua solo en
invierno:
El Aguacate, El Limón, EL Pino, El Chico, Las Anonas, El Quinto, Mal
País, La Campana, Moral, La Palma, “San Francisco, La Pilita, Santa Rosalía, El
Mojón, Quebrada Seca, El Orégano, Yajal, Las Trojas, El Zapotillo, El
Chichicaste y Las Ánimas. En la aldea Ojo de Agua hay una vertiente del mismo
nombre cuyas aguas se emplean para usos domésticos y para el riego de
diferentes cultivos, siendo de lamentar que esta ultimo debido al descuido y
negligencia de los vecinos haya mermado sus aguas a punto de secarse totalmente
y más que todo por la deforestación, pero también debido al terremoto del 76
del siglo pasado que en parte la cegó.
Entre la las aldeas Espíritu Santo y Los Bordos de Barillas, en terreno
de los herederos de Sebastián García, existe un nacimiento de agua en el que se
observan algunos pececillos, que debiera de profundizarse a efecto de lograr
mayor cantidad de agua para utilizarla en riegos por gravedad, como lo era
antes, sembrándole árboles a su alrededor, para convertirlo en pequeño humedal.
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