jueves, 8 de marzo de 2012

Capitulo XVII Servicios Públicos


CAPÍTULO XVII
SERVICIOS PÚBLICOS
AGUA POTABLE. Haciendo un poco de historia se sabe, que este importante servicio fue instalado en esta población por vez primera, allá por el mes de noviembre del año 1938, producto de constantes gestiones promovidas por el comité pro-agua potable integrado por los vecinos Juan Ramón Bracamonte, Fidel Egberto Casasola, Jesús Núfio, Alfonso Morales y otros. Para el efecto el comité tuvo que contribuir con una regular suma de dinero, aparte del aporte del Estado, consistente en dos mil quetzales. Cuéntase que en oportunidad de una visita del presidente de la república, general Jorge Ubico, el comité en audiencia pública, le planteó el problema del agua entubada y enterado aquel funcionario, contestó así: “Si el comité cuenta con parte de los fondos, se harán esos trabajos, mi gobierno aportará la otra parte”, y como en efecto había dinero disponible en caja, se hicieron los trabajos por el sistema de gravedad,  tomando el agua del riachuelo conocido como “quebrada seca” en las proximidades del caserío “El Javillo”, en donde se construyeron la presa y los tanques de captación y de  distribución, a partir de los cuales se instaló el acueducto hacia la población pasando por terrenos de la hacienda “El Tintero” en una longitud aproximada de tres kilómetros, cuyos trabajos estuvieron a cargo del señor Macario Jiménez, supervisados por el propio comité de vecinos que tenía toda la colaboración de la Municipalidad. El número de pajas de agua en relación a su caudal fue de cuarenta, aparte de las diez que a título gratuito se otorgó a los dueños de la hacienda El Tintero, en compensación a la servidumbre de paso de acueducto que ellos concedieron. El servicio público de este líquido, sin pago alguno, se prestaba a través cinco  llena cántaros instalados en varios puntos estratégicos de la población, una pila para lavado de ropa y dos pilas circulares en forma de fuente, una en el parque, que servía más que todo de adorno y otra en Buenos Aires de donde los vecinos cogían el agua directamente de los varios chorritos que caían, un tanto incómodo por la llovizna que provocaba el aire, por lo que inventaron hacerlo por medio de tubos improvisados de varas de chimilile, bambú o higuerillo que  conectaban a  las boquillas de la fuente para llenar sus cántaros. Esos instantes, de reunión masiva para llevar agua, regularmente por las madrugadas y en las tardes, eran muy alegres por el bullicio y chismorreo de la gente, para algunos vecinos desagradables por la interrupción del sueño, no faltando, de repente, uno que otro pequeño lío y hasta pencazos de verdad, por reclamaciones de turno.
El caso es que,  en forma inconsulta e irresponsable, en años posteriores, determinados alcaldes vendieron otras pajas, lo que originó escases para los primitivos dueños, cuyo servicio, novedoso en su tiempo, concluyó siendo deficiente y desaparecido más o menos por el año1964; lo que obligó a la comuna a tomar cartas en el asunto, con miras a lograr una ampliación de aquel caudal, de suerte que el gobierno autorizó Q.15,000.oo  para esos trabajos que ya no fueron utilizados  ante la perspectiva de un nuevo estudio al respecto, de galerías filtrantes. Los fontaneros de este primer servicio fueron Macario Jiménez, Juan Rojas y Andrés Marroquín, a quienes se recurría para la solución de cualquier asunto al respecto, pues el mayor problema era el azolvamiento constante del sistema de conducción por la mucha arena y lodo por las crecientes de la quebrada seca.
En efecto este servicio fue sustituido pocos años después, por otro, bajo el sistema de “galerías filtrantes” que se instaló en las inmediaciones de la aldea Las Ovejas, por el año 1962, auspiciado por el Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública, bajo la supervisión del Ing. Isidro Morales Roldán,  diseñado para darle agua también a aquella aldea, el cual desafortunadamente tuvo corta duración por la escasez de ese vital líquido.
Para mejorar el servicio debido a su demanda, no quedó otra alternativa que la apertura de pozos accionados con bombas eléctricas, pero de todos modos, continúa deficiente debido a la sobre población existente, siendo por ende necesaria su racionalización.
Antes de la introducción de este servicio, la gente se abastecía de pozos artesianos que existían en algunas casas y, la mayoría, lo hacía del río Motagua en alegres caravanas de mujeres, patojos y hasta el mejor amigo del hombre, el perro, en cántaros, galones, tecomates, etc., momentos que aprovechan más de un tenorio a unírsele a alguna “chica vista” para cantinearla y declararle el amor de sus sueños, acertada modalidad que daba buenos resultados, pues aunque parezca mentira, muchas parejas  en ese ir y venir del río, con el tiempo o chispazo de amor a primera vista, sin tanta chachalaca, formalizaban sus uniones de hecho, matrimonios o simples aventuras amorosas; oportunidad propicia que se buscaba para el caso, pues en aquellos tiempos no fácilmente dejaban salir a las muchachas, y llegar a casa, a pedir y comprometerse directamente, era cosa seria. Los vecinos de las aldeas hacían lo mismo, de los manantiales y  riachuelos cercanos, de aguas limpias, aceptables para el consumo, llenaban sus cántaros que cargaban sobre un yagual en la cabeza, y en la cintura,  para lo cual cavaban pequeños pozos artesianos desechables en sus riberas y algunas personas, por si “las moscas”, acostumbraban el tratamiento natural del  agua en filtros perfectamente fabricados de piedra pómez, que estilaban gota por gota hacia un cántaro de buen barro, aguardado en su armario de madera, que la hacía sana, fresca y de sabor natural agradable.  Ahora, en cambio, el agua del río es mortal por la total contaminación, al extremo de tener que comprarla envasada.
ENERGIA ELÉCTRICA. Una planta diesel de 15 kilovatios de capacidad obsequiada bondadosamente por el ex presidente Juan José Arévalo, fue la que vino a iniciar este servicio y por lo tanto a resolver un ingente problema que de antaño se confrontaba. Caía la tarde del día 28 de junio del año 1947 y de pronto como luciérnagas  luminosas brilló la luz en las calles del poblado, trayendo consigo la alegría de sus moradores que veían nacer una nueva era de progreso. Hubo una fiesta digna con todo el pueblo reunido y todo fue amenidad con la grata presencia del Presidente Constitucional de la República, Dr. Juan José Arévalo y su comitiva, recordando que los impulsores de tan magnánima obra fueron justamente: Francisco Guerra Morales, Juan de Dios Aguilar, Fidel Egberto Casasola Venegas, Adán Isauro de León, Melecio Venegas Gutiérrez, Javier Arriaza y otros que integraban la Municipalidad de esa época; el primero de tales personas era diputado a la Asamblea nacional constituyente, por el departamento de El Progreso; el segundo Director General de Obras públicas y los demás, en su orden, síndico municipal, alcaldes de León y Venegas en diferentes períodos y el último, secretario de la Comuna. Los operadores de la planta fueron, primero, Armando Chew y después César Arriaza Castillo.
Con el transcurso del tiempo se hizo sentir entre los vecinos la necesidad de sustituir aquella planta que había llegado al final de su vida útil, por otro servicio de mayores beneficio, la planta hidráulica de “Comaja”, que Dios mediante, después de cuatro años de continuas gestiones, se logró introducir, inaugurándose el 5 de julio del año 1959, y así, se logró un paso más hacia el adelanto de El Jícaro, no sólo porque se consiguió luz, fuerza y calefacción, sino porque este servicio ofrecía más beneficios y resultaba más barato, el cual era administrada por la Municipalidad de El Progreso, ahora Guastatoya, a la que la Comuna local compraba 20 kilovatios al mes  al precio de Q.5.00 cada uno, la que dicho sea de paso se resistía a vender el servicio no obstante dictamen favorable de la superioridad, lo cual indignó a la Municipalidad local de la que el autor de este libro era el Secretario, lo que me obligó a escribir un artículo en Prensa Libre que tenía por título: “Jicareños pretenden anexarse al departamento de Zacapa”, con texto enfocando el problema con énfasis en la terquedad de aquellos munícipes, que no tenía otro objeto más que el de presionar para que se accediera a lo solicitado, situación que en definitiva, creo yo, que revirtió el empecinamiento de los integrantes de aquella Municipalidad para, al fin, vendernos el servicio, aún cuando ya se nos había ofrecido el de “Pasabien”, en Zacapa.
El servicio de Comaja llegó a su final, inmediatamente después, que el Instituto Nacional de Electrificación, se fue proyectando paulatinamente a nivel nacional, dando la oportunidad a El Jícaro de contar con un servicio de mejor calidad, que bien o mal, concesionado actualmente a la empresa extranjera Unión Fenosa, Deorsa, caro, pero más o menos eficiente.
CORREOS Y TELEGRAFO. Existió esta población una oficina de Correos y telecomunicaciones, por casi un siglo, a cargo de varios telegrafista, pero el más visible fue Julio César Arriaza Castillo, quien por su diligencia y actividad supo conquistar el aprecio del público a quien atendía cortésmente, teniendo ya varios años de haberse retirado de ese importante cargo; contaba además, con un mensajero y un celador, que la mayor parte de tiempo lo fue Dolores Aquino. La oficina de Correos y telégrafos, se instaló en este lugar precisamente el día 16 de marzo de 1904 cuando aún no se había hecho municipio El Jícaro, pero atendiendo su importancia, se le dotó no sólo de este servicio sino de otros más que se dejaron mencionados en páginas precedentes, cuyo sistema era muy eficiente, principalmente en tiempos del gobierno del general Ubico, pero la primera oficina postal de tercer orden fue autorizada por medio de Acuerdo Gubernativo de fecha 11 de noviembre de 1896, elevada a segunda categoría por acuerdo de 8 de junio de 1920. Hubo servicio telefónico de manivela o cigüeñal en las aldeas El Paso de los Jalapas, Las Ovejas y Lo de China, con sus respectivos empleados, conseguidos por la Municipalidad de 1960-62, autorizados por la Dirección General de Correos y Telégrafos. En marzo de 1974 se inauguró el pequeño edificio de correos y telégrafo, construido por la Dirección General de Obras Públicas, a un costo de Q. 5,862.38.
Este servicio, como el de energía eléctrica, fueron privatizados por la administración del ex presidente  Álvaro Arzú, debido, según versiones del momento, a su ineficiencia de los últimos años, porque el mismo fue muy bueno tiempos atrás, según se comenta, aunque en todo esto hay mucha tela que cortar; dándolo en concesión también a la empresa extranjera El Correo S.A., caro también pero eficiente, lo cual es considerado como un desacierto de ese régimen, por el pésimo servicio que actualmente se presta.
CENTRO DE SALUD MUNICIPAL. Adscrito a la Municipalidad funcionó por mucho tiempo, años 1960-1962, el Centro de salud Municipal, con la colaboración de la Dirección General de Sanidad Pública, a través de un convenio bilateral, por medio del cual la primera de las dependencias mencionadas se obligaba a proporcionar las medicinas, demás materiales necesarios y a visitar por medio del médico jefe de la Unidad Sanitaria Departamental, el centro de salud, y por su parte la Municipalidad cubría el pago del enfermero respectivo, Faustino Ramírez Ruiz, a cuyo cargo estuvo el centro de salud en cuestión, por varios años, con la ayuda voluntaria del vecindario, siendo nuestra asidua colaboradora Elsa Mejía Castañeda, quien recaudaba cierta parte del sueldo de ese magnífico enfermero.
Es justo reconocer la humanitaria labor que por un tiempo desempeñó el doctor Juan José Castillo Orellana, hijo de este pueblo, quien los días viernes de cada semana, venía de la capital a dar  consultas  gratis a los vecinos que lo requerían, en el indicado centro de salud, toda vez que el de la Unidad Sanitaria  brillaba por su ausencia, pese a ser su obligación y, en cambio, el doctor Castillo, practicaba hasta pequeñas cirugías, con éxito.
El anterior, fue sustituido por el Centro de Salud actual, bajo la responsabilidad directa del Estado, con muchas mejores proyecciones, dotado de algunos equipos, medicamentos, con edificio propio  y dirigido técnicamente por un profesional de la medicina. De estos servicios los hay también en las aldeas El Paso de los Jalapas, El Espíritu Santo y Lodechina, atendidos por enfermeros pero supervisados por el área de salud departamental.
DRENAJES: De aguas pluviales y servidas los hay, construidos con ayuda del gobierno posterior a la década de los años 60, lo malo es que los últimos desagüen en el río Motagua, por la contaminación.
CENTRO DE BIENESTAR SOCIAL. Existe este, albergado en edificio propio, adscrito a la Secretaría de Asuntos Sociales de la Presidencia de la República que atiende especialmente a niños de madres de escasos recursos en forma gratuita, cuidándolos y proveyéndoles de alimentación y otros servicios durante el día. Se sabe que este servicio vino al pueblo gracias a  las gestiones promovidas por la Asociación Fraternidad Jicareña, entidad que en buena hora tocó las puertas de la Secretaría de ese ramo, en ese entonces a cargo de la Primera Dama de la Nación, señora Berta Lossi de Laugerud, aunque algunas personas se atribuyen así mismo, en lo personal, tan importante gestión. Quién sabe.
DISPENSARIO DE LA CRUZ ROJA. En la década de los 40 del siglo pasado, cada año, se hacía presente este servicio en todos los pueblos situados a lo largo de la vía férrea, montado en un carro del ferrocarril que estacionaban en el patio en las cercanías de la estación, por una semana o más, provisto de un médico y un enfermero, a practicar exámenes y a dar medicinas a la población, incluso iban a las aldeas más remotas a lomo de caballo, pero especialmente, a dar purgante de castor, apazote y de ricino, para las lombrices, brebaje que no era nada agradable para los niños de las escuelas, pues casi forzados nos llevaban a ingerir ese grueso líquido, situación molesta para el empleado encargado de servir la dosis, pues  ante la resistencia de muchos, procedía sin ninguna contemplación a meter la poción hasta el esófago, previo regaño del maestro encargado y, mientras unos lloraban, otros se lamían los labios de satisfacción, y adiós parásitos dañinos.
SERVICIO TELEFÓNICO. Hay este servicio de línea, propiedad de Estado, pero concesionado temporalmente a una empresa extranjera, lo mismo que de cable, prestado por la empresa local “felivisión”, propiedad de Marco Antonio Casasola Saavedra, cuyo servicio es bastante eficiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario