CAPITULO XII
DESARROLLO Y PRODUCTIVIDAD
LA ECONOMÍA
DOMÉSTICA y colateralmente el coste de vida en esos tiempos, a pesar de algunas
crisis ocasionales, era buena, al alcance del más pobre, no solo por qué la producción estaba a nivel de las
necesidades de la población, sino por el valor adquisitivo de la moneda,
equiparada al dólar americano, ya que con la de
menor dimensión, como lo era el medio centavos, podía una persona
comprar dulce panela, café o azúcar para satisfacer la bebida del desayuno o
cena, y con Q.0.75 comprar un pantalón,
una camisa o una gallina, medio centavo de café y medio de dulce, pedía en las
tiendas la gente pobre. Y ahora, con menos de un Q.1.00, no puede adquirirse cosa alguna, por que los
centavos perdieron su valor. La pobreza, no obstante el desarrollo actual, no
era tan dramática como lo es hoy. Sin embargo, tanto el comercio, industria y
agricultura, principales ramas de nuestra economía, se manifiestan congruentes
con las exigencias y necesidades de la población, en otras palabras, en armonía
con la época que estamos viviendo, por lo menos para irla pasando, como bien
decían nuestros abuelos, en tanto unos dicen que el tiempo está “jodido”, otros
que la están pasando bien, acorde con las circunstancias, o sea que encuentran
un balance entre el ayer y el hoy, porque si bien, antes el dinero valía más,
se ganaba menos que ahora, lo que al
final es cuestión de criterios.
APICULTURA: Por las décadas de los 40 a 50
existió en El Jícaro, en un terreno de la finca El Tintero llamado “El Guate”,
contiguo al de “Las Burras”, en un tiempo las yardas, donde ahora hay una
colonia, existió un colmenar propiedad de un señor llamado Maximiliano León, de
El Rancho, que tenía otros colmenares en otros lugares, con la tecnología de la
época, su respectivo extractor y demás bártulos, que explotó la industria de la
miel y la cera, que era exportada en regulares cantidades en toneles a la
república de Alemania, hasta que por razones que se desconocen dejó de
funcionar, el cual fue administrado por expertos apicultores locales dentro de
quienes se cuentan Antonio Gálvez e Inés Castillo.
OTROS COLMENARES. Hubo otros colmenares pequeños
y supongo que los hay, de producto para el consumo familiar, que vendían su producción al propietario del
primero, los cuales, también proveían para la demanda local, uno en la aldea
Las Anonas de Fidel Gallardo En la actualidad existen algunos enjambres
dispersos en forma doméstica de la llamada extranjera y criolla de la abeja que produce la conocida “Miel Blanca”
que se cultiva en forma natural en los troncos de los árboles que son llevados
a sus casas por los lugareños para su
cultivo, de mucha aceptación por las propiedades medicinales que posee, aparte
de infinidad de colmenas silvestres de miel muy apetecida por los pobladores,
como la conocida por el nombre de “Doncella”, “negro” y “talnete” que castran
para el sustento propio y aprovechar la cera para encabar machetes. Existen
varias clases de panales de rica miel, colgantes de los árboles, cuyas abejas
de aguijón son bravías.
LA COSECHA. Cuando castraban en el aviario
del “guate”, el apicultor Inés, daba permiso al parroquiano
que lo deseara para chupar la miel
que se deseara y de esa cuenta
muchos vecinos llegaban con ese objeto, pero se les pasaba la mano a algunos
tragones, quienes salían mareados e intoxicados de la mucha ingesta de ese grueso producto.
ANÉCDOTA. En una ocasión, uno de los tantos
burros de el Tintero, que merodeaban por
el espacio cerrado de ese colmenar, saltó las cercas en busca de mejor pasto,
se acercó a las cajillas que aguardaban los enjambres, y a los mínimos movimientos de su cola, como es
costumbre de esos animales, pegó con las mismas, alborotó a las abejas que por
miles se le prendieron de inmediato en el cuerpo agrediéndolo ferozmente a
piquetazos, saliendo disparado, saltando y rebuznando por todos lados, hasta
que cayó desmayado y muerte enseguida.
AGRICULTURA. La agricultura, pilar del
desarrollo del pueblo, de época remota, en un principio se practicaba, por
medio de métodos rudimentarios, usando como herramientas principales, la yunta
de bueyes para arar la tierra en las partes planas y de tierra suave y no
cualquier trabajador del campo podía desempeñar ese trabajo, bastante especial,
por lo que era realizado por expertos, dentro de los que destacaron Modesto
Romero, tío Quique Venegas y algunos hermanos Orellana Acevedo y sus
descendientes, y en las lomas de tierra
dura, se usaba el cubo o “güisute”, sin faltar
el azadón, el “calabozo”, ”la guarisama”, y por supuesto, el tecomate
lleno de agua para saciar la sed, en cuya época, todavía en la década de los años 50 del siglo XX, las siembras se hacían con semillas criollas
escogidas que preservaban con antelación en las trojes y para fortalecer las
plantaciones se usaban abonos orgánicos, siendo aún desconocidos los
fertilizantes, pesticidas y fungicidas químicos o sea que no había venido, por
lo menos, aquí, la tecnología actual, cuyas formas de trabajo todavía se
practican, pero a menor escala. Las milpas había que cuidarlas de los animales
perjuiciosos, como los zanates, pericos y mapaches, para lo cual era necesario
ponerles trampas o “espantapájaros” e ir a “periquear” y “zanatear”, como se
decía, con sendas hondas y piedras para espantarlos o matarlos para comer.
CULTIVOS VARIOS. La extensión superficial del municipio, es en su
mayor parte de terrenos secanos y arcillosos, los fértiles y regables, son
más escasos; por otra parte, la falta de
lluvias no deja de afectar los diferentes cultivos, sin embargo, los granos de
primera necesidad como maíz y frijol que constituyen el alimento básico de la
mayoría de habitantes, se cosecha en regular
Frutas propias de la región.
cosechas, de primera y segunda, cultivándose
este grano de varias clases de semillas seleccionadas y del criollo. La cosecha anual de frijol se estima entre 700 y
800 quintales, incluyendo las siembras llamadas de apante. El cultivo de maíz
cosechado en elote es rentable últimamente. Son tierras propicias para la siembra de maní y sorgo, sin embargo
casi no se cultivan estas. El producto de las cosechas de maíz desgranado, se
metía en silos para su preservación, y el
aún en mazorcas con tusa, se guardaba en trojes improvisados para el
mismo fin y para obtener buena semilla. La mayoría de campesinos, que
constituía casi el grueso de la población, guardaba sus alimentos para evitar
la depredación por bichos que abundaban en ese entonces, en lo alto, en unos
colgajos llamabas “yaguales”, instalados regularmente en la cocina, asumiendo
que el humo ahuyentaba a los mismos. En
un tiempo se cultivó la caña de azúcar,
molida por medio del sistema de trapiche, movido por la fuerza bruta de bueyes
y mulas, para la fabricación del llamado dulce de panela que se utilizaba para
endulzar bebidas, por cierto de sabor muy agradable y más saludable que el azúcar
por estar libre de químicos, así como para la fabricación de aguardiente, y de
esa cuenta existieron en el municipio varias moliendas, recuerdo
el de tío Rogelio Casasola, en donde cosechaba panela en pequeña escala en su finca de
aldea La Piedra Ancha, y se hacían además las sabrosas batidas, melcochas y miel
de trapiche.
FRUTAS, Hay variedad de frutas que se cosechan en regular cantidad, naranjas, caña de
azúcar, mangos, zapotes, marañones, chicos, papayas, higos, anonas, melones,
sandías, bananos de varias clases, piñas,
toronjas, pomelas, tunas, guayabas, guanabas, nances, cocos, limones,
uruguayes, carupines, mameyes y
Variedad de Berenjena
sunzas, chauctes, ricos por su sabor a
mantequilla, así como los denominados “coyoles”, que las amas de casa preparan
en miel. De los anteriores se cultivan actualmente en forma organizada y
técnica, para negocio en grande: el mango
denominado “tomy” y el melón “cantalup”, ambos de exportación. Antaño se cultivaba una variedad de melón
alargado con las tajadas perfectamente marcadas
de sabor agradable y olor trascendente que a delataba a distancia el cultivo de
esta cucurbitácea para su compra o simplemente “matatusa”, por encubierto que
estuviese el fruto, llamado “criollo” que con el tiempo ha ido desapareciendo,
por la preferencia que se ha dado al conocido
como “italiano” dulce este, pero sin olor.
HORTALIZAS. Dentro de las hortalizas, se cosechan: tomates, pepinos,
berenjenas, okra, chile dulce y picante de varias clases, de manera comercial, aunque
últimamente estos cultivos han disminuido, debido a que por el mejoramiento de las
semillas, se cultivan actualmente en otras zonas del país, hasta en climas
fríos y antes estas eran casi tierras exclusivas; también: aguacates. Yuca,
ejote y el sabroso
tomatillo, en los guatales en forma silvestre, en invierno.
En las casas del área rural es frecuente encontrar tapescos, levantados a
cierta altura para evitar el perjuicio de los animales, sembrados de algunas
verduras y yerbas culinarias para el consumo doméstico. Y aun
cuando no es propicio el ambiente para el cultivo de ciertas verduras, se levantan perfectamente el repollo, rábanos, acelga y la cebolla, entre
otras, siembras que bien asistidas dan frutos
de óptima calidad. Respecto al cultivo
de la cebolla es conveniente mencionar, que la hacienda “El Tintero”, en una
exposición organizado al efecto en la capital por el Ministerio de Agricultura,
obtuvo un galardón y reconocimiento, interprétese bien, por haber logrado
cosechar la cebolla más grande y jugosa de la República, según información dada
por en el mensuario “El Semillero”, órgano divulgativo del citado Ministerio de la época, lastima grande
que ahora no se produce esa hortaliza ni siquiera para condimentar los
frijolitos. Sin embargo, siempre es preciso traer verduras de la capital, que
se vende en pequeños negocios, en el
mercado local y a domicilio, junto con otras frutas y golosinas. Fue famosa la
verdulería de “Las Gálvez”, en donde siempre, habían verduras frescas de todas
clases y ahí cerquita la tienda de Marina Gálvez, respetable señora del pueblo,
muy querida por cierto, en donde además, se expendía licor y cervezas frías a
la gente de bien, en cuyo lugar nos
reuníamos, de repente, toda la muchachada de aquel tiempo, a pasar un buen rato
de esparcimiento, aprovechando para discutir naturalmente asuntos de importantes
del municipio.
EL TABACO. En los terrenos, se hacen cultivos de tabaco, de de muy
buenas clases y de semillas mejoradas, pero especialmente en las aldeas El Paso de los Jalapas, Las Ovejas y la
propia población, en donde esta importante rama de la agricultura ha
conquistado éxitos por lo excelente del producto dada la experiencia de quienes
lo
cultivan, valiéndose de
Plantación de tabaco en una de las vegas del municipio.
sistemas mecanizados modernos y la facilidad que les
concede
el sistema de irrigación por gravedad construido por el gobierno de la
república, considerándose una importante fuente de la economía del municipio.
LOS PRIMEROS TABAQUEROS. Para la historia
del municipio vale la pena mencionar que si bien el cultivo de esta planta se viene realizando en forma doméstica desde
hace muchos años, para la confección de cigarros y cigarrillos caseros con
matas sembradas en los patios de las casas, ya en forma comercial, aunque en
pequeña escala, se realiza desde
mediados de la década de 1930, cuando un zacapaneco de nombre Gabriel Godínez
lo implementó para su extracción á
aquella ciudad, para surtir las pequeñas fábricas de “puros” que allí existían,
recuerdo que este señor sembró varias veces a “medias” con
mi papá, aunque a nivel local también se fabricaban estos para el uso de los
fumadores del pueblo, particularmente,
los cigarrillos de tusa y los llamados “pata de coche”, lo que interesó a
muchos por este cultivo. En esos tiempos había muchas personas que fumaban y
masticaban “puros” y otros que se comían las cenizas de estos productos,
restregándose el cigarrillo en la lengua o simplemente en una de las manos para
luego consumirla, decían que era buena para el estomago. ¿Qué costumbres, verdad?
SISTEMATIZACIÓN DEL CULTIVO. No obstante,
es preciso indicar, que los verdaderos pioneros de este cultivo, no solo en el
municipio, sino a nivel de la región nororiental del país, para su
comercialización a granel, con fábricas de la capital y del extranjero, de
manera más o menos sistematizada, y ya no para la fabricación comercial local,
por ser prohibido, lo fueron, primero, un señor llamado Eduardo Ramazzíni quien
muy joven procedente del municipio de Amatitlán, llegó a este pueblo por el año
1940 y arrendó varias vegas al oriente de la población, dedicándose de lleno por
algún tiempo a esa actividad; posteriormente lo hizo en El Paso de loso Jalapas
Francisco (pancho) del mismo apellido,
quien en efecto vino a revolucionar ese cultivo, valiéndose de la apertura de
pozos mecánicos hasta entonces desconocidos, y técnicas modernas en la materia, enseñando a
diestra y siniestra las formulas
adecuadas para la obtención de tabaco de la mejor calidad, experiencia
fácilmente asimilada por los agricultores locales, extendiéndose por ende este
cultivo por todo el municipio y como consecuencia la existencia de expertos
agricultores en esta actividad, como lo fue el gran Manuel Ayala y muchos más
en la jurisdicción.
CENTRO ECONÓMICO. En este tema vale la pena
recordarlo y dejar constancia, que El Jícaro,
fue verdadero centro económico en décadas pasadas, con la existencia de
varios negocios que hicieron circular el dinero para beneficio de todo el vecindario,
gracias al arrojo de unos buenos agricultores y a las facilidades de las vías
de comunicación, léase el ferrocarril. La agricultura y la ganadería eran
pródigas, se cosechaba maíz y frijol en
abundancia, para el consumo local y para surtir otros mercados a pesar de su
exiguo precio, no obstante, hoy, el cultivo del tabaco está en la peor de sus
crisis por las limitaciones que le han impuesto la lay para la protección de la
salud y el medio ambiente a efecto de minimizar la fabricación y el consumo de
cigarrillos, por el daño que causa a los fumadores y la salud en general.
VIÑEDOS. En una época, por la década de los
40, se cultivó y cosechó uva en los viñedos de Rodolfo Gutierrez en la finca
“El Quinto”, de su propiedad, a medias con Ladislao Guerra, y Fidel Egberto Casasola Venegas, en esta localidad, quien inquieto por el
desarrollo de esas nueva plantación, fabricó vino para uso doméstico de muy buena
calidad. Muchos vecinos tenían en sus sitios más de alguna mata de ese cultivo
para consumo familiar y pequeño comercio
pues se vendía más que todo a los pasajeros de los trenes del ferrocarril,
cobrando fama esta fruta, como también hubo viñedo en la hacienda El Tintero.
Los riegos en la mayoría de los casos se efectúan por medio de pozos
mecanizados que regularmente existen en cada terreno y el sistema de riego por
gravedad con agua del río motagua, a partir de la aldea El Rancho hasta la
aldea Lodechina de nuestro municipio, el cual es supervisado por el Ministerio
de Agricultura.
FRACASO DE UN PROYECTO. Antes del actual
sistema de irrigación, Juan Ramón Bracamonte y compañeros, intentaron poner en
práctica el riego por gravedad de las vegas situadas al oriente de la población,
para fortalecer el desarrollo local, utilizando las aguas del río Motagua a partir del terreno
llamado “vega de los cocos”, propiedad de la finca el Tintero, pero
lastimosamente el proyecto fracasó debido a que los dueños de dicha finca se
opusieron para que el acueducto, que ya había comenzado a construirse, pasara
por sus propiedades, aduciendo que no
habían pedido previamente el permiso de servidumbr4e de paso de acueducto, lo cual
generó tremendo lío. En el “Tintero”, se sembró por algún tiempo algodón, de lo
cual recuerdo que se contrataba a la
patojada para capturar a un insecto llamado “picudo” que le hacía daño a las
plantas, resistentes a los plaguicidas, con el pago de un centavo, por cada bicho recolectado,
habiendo quienes llenaban galones y costales.
GANADERIA: La crianza de ganado vacuno,
porcino y caballar, a mediados del siglo pasado era buena, existían
hatos y corrales de ordeño por doquier a todo lo largo y ancho de las
calles del pueblo y sus aldea, recordando como la más grande y mejor, la
hacienda “El Tintero”, con cien o más
vacas de esquilmo, no se diga de engorde; un Italiano llamado Víctor Fratti,
padre de honorable familia, fue ganadero famoso en su tiempo con su enorme hato
en una de las vegas de abajo del río, seguido de otros pequeños criadores como
Joaquín Cordón, Paulina Gutiérrez, Elías Castillo, Fidel Roldán, Rogelio
Casasola, Leopoldo Juárez, Adelfa de León, Rodolfo Gutiérrez, en su finca el “quinito”,
Pedro Hernández, Olivia Morales, Arcadio Orellana, Enrique Venegas, Elías Saavedra,
Exequiel Barillas; también lo fueron en regular escala: Eusebio Castillo, en el
Zapote, los Ayala, Carranza y Terraza, en el Paso de los Jalapas; Venancio
Rodas, Alfredo Pedroza, los Lapola y los Guillen, en Lodechina, Guillermo y
César Riley, en el Tambor, Páiz y Btancourt, en Agua Caliente, los Oliva y
Roldán, en las Ovejas, quienes tenían
como mínimo diez ejemplares de ordeño y de engorde, cada familia y casi todos,
por lo menos, una yunta de bueyes, para los menesteres de la agricultura, así
como sus caballos de carga y para cabalgar y carreta de bueyes, los más
adinerados.
ÉPOCA DE BONANZA. En síntesis, El Jícaro,
fue lugar de vaquerías por doquier y una época sino de riqueza, por lo menos de
abundancia y satisfacción para sus habitantes, debido tal vez, a los ciclos de
la naturaleza, toda vez que actualmente las condiciones ecológicas parecen no ser lo necesariamente apropiadas para el efecto, más que todo por
los escasos inviernos y consecuentemente pasto, así como porque la mayoría de personas tiene centrado
su pensamiento y sus esfuerzos en las migraciones, ya sea para el interior o
exterior de la República, no estando dispuestos a sacrificarse haciendo algo
edificante en su propio pueblo, a excepción de unos pocos que sentaron sus
reales en su terruño, para tener por lo
menos de que vivir, lo que equivale a decir, sembrar hoy, para cosechar mañana,
como bien lo hicieron nuestros antepasados.
ABUNDANCIA DE LÁCTEOS. Dentro de ese mismo
orden, vale recordar, las cantidades de leche y demás productos, que se obtenían
diariamente del esquilmo de las reses, pues a partir de las seis de la mañana,
había leche fresca en todos esos ordeños y a las cuatro de la tarde, estaba a
la venta el queso fresco, llamado cuajada, recién amasado en batea hechiza de
madera criolla; la mantequilla, que ahora le dicen crema, sacada con guacal de
jícaro, con cuajo de panza de vaca, y no
con químicos, como hoy, y el requesón,
fabricado del momento, todo con formulas caseras de fabricación, que les daba a
esos productos un sabor peculiar, a precios razonables, al alcance del bolsillo
de la gente más pobre, adquiriendo buenas porciones para entremezclar con la
comida tradicional, los sabrosos frijolitos o el “con que”, como se
acostumbraba decir, en el caló popular, en esos tiempos; aparte de los famosos
quesos secos y la mantequilla lavada o de costal, que se producían en algunos de esos lugares,
especialmente en la hacienda El Tintero, en su lugar específico la “quesera”, un apartamento confortable que
servía de bodega para almacenar la enorme cantidad de ese producto, atendida ‘por
expertos en esos quehaceres: don Adrián, Román, Lago, José León y otros, cuyos
productos de fama, se vendía dentro y fuera de la República, lo que le valió a
la hacienda, en cierta ocasión, un galardón, otorgado en una exposición
celebrada en la capital, a nivel nacional, por el Ministerio de Agricultura,
precisamente por la calidad del producto. En tanto ahora, esa actividad ha
quedado reducida a su mínima expresión, con contados hatos en el municipio y
aquí en el pueblo solo Chema Vásquez posee una bonita partida de ganado, siquiera para
recordar la abundancia de lo que El Jícaro fue en el pasado, pues la familia de
César Gutierrez y Mario Hernández abandonaron esa actividad hace algún tiempo.
ANÉCDOTA. Esa riqueza precisamente, nos
trae a la mente, una anécdota de don Emilio Carranza de El Paso de los Jalapas,
buen productor de leche y sus derivados, cuando en una ocasión tomaba un
desayuno en un hotel de la capital de la
república, al darse cuenta que dentro del menú
servido, había un recipiente con escasa porción de mantequilla (crema),
extrañado por la actitud del mesero, que lo atendía, le dijo: “ve indio miserable, me engañas con esa
untadita de de mantequilla, llégate a mi casa, en el Paso Malena y te voy a ahogar
en una pila de este alimento”: reparando el comensal, por la escasa crema
servida, y la abundancia en casa.
EXPORTACIÓN DE GANADO. La exportación de
ganado para su sacrificio en las rastros y carnicerías de la capital,
constituía otra buena fuente de negocios para los ganaderos locales, pues con
frecuencia se embarcaban mensualmente, por ejemplo, de cinco a más carros del
ferrocarril, llenos de reses, con destino a distintos mercados del país,
incluso, como el embarcadero del pueblo no era suficiente, por pequeño, se
acudía al de El Rancho, que era más amplio.
Constantemente se veían grandes rebaños o
partidas de ganado por las calles, para un lado y para otro, conducidas por
expertos vaqueros y lazadores de a caballo, al estilo oeste americano, ya fuera
para el embarque o cambiando de terreno para el repasto, pero lo cierto es que había movimiento de
ganadería, incluido el fuerte comercio con la república de Honduras, pues
Pedroza, Los Guillen, Riley y Lapola, los más visibles, los traían desde
Choluteca; claro está, que lo que favorecía esa actividad económica, es que en
esa época, no había robo de ganado, como ahora.
ABASTECIMIENTO LOCAL. La carne para el
consumo de los habitantes, se obtenía de las varias carnicerías de la localidad
o matanzas como se les conocían: de res, marrano o de cabro, pues en esos
tiempos era famoso el “picadillo de chivo”, el caldo de res y el estofado que
cocinaban y vendían en los propias carnicerías, algo así como los comedores de
ahora, adonde acudían muchos visitantes a degustar tan apetecidos guisos, y
otros, los adquirían para llevar a casa, a precios tan módicos, que ahora, con
lo caro de la canasta básica, causa extrañeza y provoca risa, pues la mayoría
de gente, por pobre que fuese, compraba sus dos centavos de carne, cocido o
estofado con algunas verduritas, que alcanzaban perfectamente para la familia,
ya que la libra de ese producto, si era fresca, costaba cinco centavos de
quetzal, equivalentes a cuarenta centavos de ahora, y si era seca, la famosa
cecina, era a dos centavo la cuarta de tasajo, o sea diez y seis centavos y
actualmente, lo que comparado con los precios de hoy en día, resulta una
exorbitante diferencia; porqué no habiendo refrigeración en aquél tiempo, la
carne hecha tiras, se salaba, se secaba al sol y lista para consumir. En promedio, una vaca o torete adulto apto
para el destace, costaba, entre diez y veinticinco quetzales.
ANÉCDOTA. Una anécdota de un hecho novedoso,
es que antes, cuando el exceso de colesterol como dolencia física era
desconocido, contrario a hoy tiempos
modernos, en que se prohíbe el abuso de la ingesta de grasa, nos recuerda que,
en esa época, a mucha gente le gustaba y era un privilegio, la carne y los
caldos gordos, y así lo pedían los parroquianos cuando iban a la carnicería:
“deme de la más gordita”, decían, pero cuando el producto era de vacas flacas,
no tenía tanta aceptación, como la anterior, pues esperaban ver el liquido con
las perlas o trechos de gordura nadando en la superficie del plato o la olla, y
de allí, que en los referente a los
caldos, la vendedora para aumentar sus ingresos, se las ingeniaba aplicando una
grasa postiza, simulando el suculento caldo gordo, para cuyo efecto, hacía deslizar
dentro de la olla de cocción, una enorme candela de cebo, de las que sirven
para alumbrar y se consiguen fácilmente en el merado, para resaltar el unto y
darle al cocido la apariencia de tan
gustada y llamativa exigencia, a escondidita de los comensales, por supuesto,
quienes sin reparar, degustaban el banquetazo así solicitado. Una minoría, sin
embargo, era lo contrario, gustaba de la carne magra, so pretexto de no “querer carne para el fuego”, decían, en referencia
de que al momento de asarse la carne, la gordura se derretía y destilaba sobre las brazas, mermando
el volumen del tasajo o de la cecina. Ingeniosos también, ¿verdad?.
BUENOS EMBUTIDOS. Don Froilán Oliva,
honorable persona, con carnicería bien acreditada junto a su esposa doña Chayo,
era experto fabricante de longanizas y chorizos, de pura carne de marrano y sus
aderezos especiales, de receta exclusiva, que asados o cocinados de cualquier
otro modo, quedaban como para chuparse los dedos, secretos de fábrica que
heredaron sus estimables hijas Marina, Clarita y Jovita.
EL RASTRO, Las reses eran sacrificadas en
el rastro público, constituido por una simple galera, de lámina, pero con su
piso de cemento y amarraderos, para sujetar las reses, situado en las cercanías
de una usha o pequeña ramificación del río motagua, con nacimiento de agua, que
allí existió, abajo de la casa de Piedad Morales, actualmente, de Balta Rivas,
ahí precisamente, donde merodeaban lagartos que comían perros y donde se ahogó
Maco León; pero antes era preciso llevar las reses a la Municipalidad a
“manifestar” la res, vocablo legal usado en ese tiempo, para demostrar su
legítima propiedad, porque de lo contrario era prohibido destazar. Todo eso,
lamentablemente, es parte del pasado, de
lo que nuestro pueblo fue en aquellos dorados tiempos, y ahora en época moderna,
no existe el tal matadero, ni la exigencia de probar la propiedad de los animales
destinados al sacrificio. Que tal.
LAS COSECHAS. Cuando José Martín Orellana
fue Administrador de la hacienda “El Tintero”, gracias a su férrea disciplina y
amplios conocimientos del campo, esa empresa floreció en todos sus aspectos, y
hubo bonanza para los trabajadores, mediantes y vecinos de la población en
general, por cuanto promovió en forma
comercial la agricultura en diversos cultivos propios de la región, cuyos
productos eran enviados a los mercados
de la capital. La compra venta de las cosechas, especialmente de tomate, chile dulce y berenjena, eran una
verdadera alegría, pues a temprana hora, regularmente los días jueves y domingo, las llamadas “chamorreras”, se hacían
presentes en las instalaciones de la finca, para acordar los precios, reuniones
a la que se sumaba el grueso de mediantes con su familia y hasta el chucho,
para luego proceder al corte, empaque y carga del producto de la numerosa flota
de camiones que esperaban, rumbo a la
capital y cuando vendían a buen precio, hacían una pequeña fiesta.
LA CRIANZA DE GANADO. En igual
forma fomentó la crianza de ganados vacuno,
ovino, porcino, con abundante producción de leche y sus derivados, así como de
aves de corral y caballos criollos y de pura raza, éstos últimos, albergados en
un lugar llamado la caballeriza; allí estaban, entre otros, “vislumbres”,“juan
chapin y un asno robusto, que servía de
Ganado vacuno pastando en un potrero local. semental, apodado “arévalo” por su
enorme cabeza, cuidados por expertos vaqueros, buenos jinetes y lazadores, que hacían tronar
los “aciales” en el arreo de los semovientes.
La hacienda la tenía tan bien organizada el
administrador, de tal manera, que se facilitaba la localización de tal o cual
cultivo, animales de ordeño y de engorde, en potreros bien seccionados,
convenientemente cercados, con alambre
espigado reforzados árboles de brotón y pencas de tuno, como se acostumbraba,
de cercos vivos, promoviendo con ello, indirectamente, la siembra de este
importante cactus, para mantener su existencia y la abundancia de su rica fruta
y el hábitat de numerosos animales de monte, especialmente de iguanas y palomas;
recuerdo, llamados dichos potreros: las burras, el Guate, El Jiquilete, El
Patio de Gallos, El Marañonal, La Finquita, convertido éste en un precioso
humedal boscoso, El Chagüite, Vega de los Cocos, Las Huertas, El Javillo, El
Campón, Rosa Larga, Las Pitas, Los comunes, La Quebrada Seca, El Yajal, Puertas
Cuaches, El Talquezal y El Marquesote, entre
otros, con varias aguadas especialmente las de la pila, con su amplio dique,
que fue vivero de peces y lagartos y quebrada seca con sus remanentes de agua
para la irrigación de sembradíos.
EL DIQUE. Aprovechando algunos manantiales
existentes, el administrador mandó a construir un enorme dique, en las
proximidades del lugar conocido como la pila, en el potrero “Las Burras”, a
efecto de utilizar el agua de los nacimientos y de lluvia, para la irrigación
por gravedad, de las siembras en terrenos bajos de la finca, proveyéndole
además, para la crianza de peces de varias clases, así como de tortugas,
moluscos y hasta lagartos, sitio que con el tiempo se convirtió en un bonito
paseo y, sus alrededores, en guarida privilegiada de innumerables pajaritos de
distintas clases, sobresaliendo los clarineros y palomas, en busca de
dormitorio, que en coro desordenado gorjeaban, tal vez alegando territorio o
indicando ”este dormitorio o rama es mío”, o simplemente contentos por haber regresado
sin novedad de su largo recorrido del día, pero alegrando de todas maneras, con
esa multiplicidad de voces canoras, por
las mañanas y en los atardeceres, el entorno. Y otros de la fauna silvestre
diurnos que merodeaban por el lugar, atraían la atención de los visitantes: lagartijas
persiguiendo bichos e iguanas verdes encaramadas en los palos, sin faltar uno
que otro garrobos, arrogantes, a la defensiva, asoleándose en las afueras de su
cueva, en los barrancos de al lado, intuyendo por instinto la presencia de
cazador furtivo alguno, que los pudiese tirotear o poner trampa para atraparlos
y saciar su voraz apetito de suculenta carne. Se permitía la pesca con anzuelo, aún cuando los
largos que nunca faltan, lo hacían de noche, con atarraya.
COLAPSO DEL DIQUE. pero el dique en mención
tuvo tan mala suerte, pues al cabo de los años, un verano de 1962, quizás por
su mala construcción o la enorme cantidad
de agua acumulada, al no soportar el peso y fuerza de la misma, éste se
derribo y las aguas derramadas a lo largo de un zanjón denominado “la
quebrada”, dentro del potrero de las burras, se pasó llevándose varios ranchos
y animales domésticos de laborantes de la finca, dejándolos sin sus pertenencias,
de suerte que no hubo desgracia personales que lamentar, aunque algunos que
desconocían el incidente, se atrevieron a decir ingenuamente, que se trataba de
un fenómeno natural de aguas caídas del cielo, en pleno verano.
GRANJA DE GALLINAS. En su administración,
se estableció la primera granja de gallinas, de raza, para la producción de huevos y carne, para el mercado
local, en el terreno el “El Marañonal” ,
manifestándose de manera evidente la fluidez de la economía local, pero cuando
don chepe como amigablemente le llamaban, se retiró, decrecieron las
actividades de la finca, pues a pesar de
que asumió otro buen vecino, ya no fue lo mismo. En su gestión, el día de los
Santos, era costumbre la regalía de leche al vecindario, para el tradicional
dulce de ayote tierno con ese indispensable alimento.
ANÉCDOTA. Una anécdota hablando de gallinas,
nos dice que, en cierta ocasión un grupo de buenos jicareños, de familias honorables, muchachos y amigos
todos, se fueron a babosear y bañarse
en el río motagua y al pasar por la granja, por mera travesura, alguien
dijo, “muchá”, hueviémonos una gallina y
la vamos a comer con los tragos del medio día, de tal manera que habiendo
aceptado todos la propuesta, pusieron
manos al trabajo y uno de los que aún anda vivitos y bien parado por ahí
aficionado a la cacería, tomó su rifle y disparó acertadamente a una regordeta
pollona, seguido de otro, el más viejo e inquieto, Nefta, quién al instante
vociferó, yo la saco muchá, yo la saco, espérenme, y bastante emocionado, cual
venado atraído por pasto verde, saltó la cerca y extrajo el animal y cargó con
él, junto con los demás, de regreso al
pueblo para el festín, pero la mala suerte se interpuso en el propósito, el
administrador de la finca que andaba cerca, montado en su mula y, alertado por el disparo, siguió al grupo y
como Nefta llevaba colgando el ave a las
claras, se dirigió solo a él increpándole del hecho con palabras bruscas pero a
la vez reflexivas; por lo cual a
solicitud de parte, todos fueron citados al juzgado de paz por su participación colectiva, pero al final,
puestos todos de acuerdo, para minimizar el problema, pero más que todo por
picardía, le echaron el “muerto” solo a
Nefta a sabiendas de que tenían que ayudarlo a pagar la multa, pero aquel
encolerizado por la mala jugada, protestaba airadamente acusando al grupo por
igual, y así fue, ajustando de centavo en centavo reunieron la multa y Q. 3.00 valor de la gallina, aunque con rodeos algunos todavía, pero al final el gran ganador de todo lo fue el
juez, a quien el dueño regaló la enorme gallina.
EL MUGIDO DEL GANADO. Era tan grande la
crianza de ganado, que constantemente, como un concierto de alaridos, en el
silencio de las noches y al amanecer, se
escuchaba el berrido de las crías pidiendo ser amamantadas y, a su vez, los mugidos
de las vacas madres, reclamando la ausencia y llamando a sus terneros para
darles de comer, que momentos antes habían sido apartados y encerrados en sus
corrales para evitar que succionaran la leche, reservada para el ordeño del día
siguiente, para la venta al público, lo
mismo que los relinchos de los caballos y rebuzno de los asnos, se escuchaban
constantemente en los sitios adyacentes.
REGALÍA DE GANADO. Durante el gobierno de
Jacobo Árbenz Guzmán, dentro de programas agropecuarios, establecidos, se quiso
ayudar a mucha gente pobres del municipio, obsequiándoles varias reses para que
hicieran crianza, actitud de buena intención que no encontró el eco deseado,
debido, creo yo, a que no se dio a los
campesinos favorecidos la orientación del caso y la prohibición expresa de
enajenamiento, pues a los pocos días de recibirlas, irresponsablemente las
vendieron a otras personas y en las carnicerías, encuadrando entonces la
regalía, como un acto de mera política partidista, para ganar adeptos. Se
trataba de un lote de vacunos cimarrones, traídos de una de las fincas del
Estado en la costa sur, que no sabían de lazo, de tal manera que cuando las
sacaron del embarcadero, del ferrocarril que las trajo, para oficializar la entrega, se lanzaron esos
animales, por las calles del pueblo, en inesperada estampida, metiéndose en los
terrenos aledaños, hasta que las lograron capturar, a fuerza de mucho trabajo
y, el proyecto, bueno, pero debido a la forma de su manejo, fue negativo.
INDUSTRIA. La industria en este pueblo
nació, precisamente, con la venida a mediados del siglo XIX a la hacienda El Tintero,
de don Esteban Pinto y de los hermanos Arturo y Samuel Ramírez, con la siembra
de grandes cañaverales, cuyo producto, lo utilizaban como materia prima, para
la fabricación de aguardiente, que se depositaba en grandes depósitos, para su
distribución perenne a nivel nacional en cantinas y estancos, previos los controles del caso,
por el guardalmacén de licores con oficina en la propia empresa, cargo que fue desempeñado
por algún tiempo, por tío Samuel Venegas, existiendo a la fecha, vestigios de
los hornos utilizados en esos menesteres, en el terreno “El Jiquilete”, del
Tintero.
JIQUILETE. Así se llama una planta que se
cultivó por algún tiempo en la fina El Tintero, de la cual ya procesada, se
obtenía una sustancia pastosa de color azul, que era exportada para su empleo
en la industria de la tintorería, y de ahí, que se conoce con ese nombre, hasta
la presente fecha, a ese terreno. Se explotó en esa época, así mismo, el árbol
de brazil, de cuyo corazón, se extraía una sustancia de color rojo, exportada
para los mismos fines, de todo lo cual aun hay vestigios de los depósitos
recolectores y hornos de cocción.
JABÓN DE COCHE. En tiempos pasados
existieron pequeñas fábricas domésticas del jabón llamado de “coche”, muy bueno
por cierto, hecho de cebo de res y legía o cenizas de algunas plantas
silvestres, pero especialmente de la conocida como “guisquilete” y de cigarros
de los llamados de “tusa” y “pata de coche”, para el consumo local, elaborados
por los vecinos en sus propias casas de habitación, con materia prima cosechada
en la jurisdicción. Se lavaba la ropa
también con la materia de una frutilla llamada “jaboncillo”.
LA COOPERATIVA. En la década de los 50 del siglo anterior,
producto de la revolución del 44, existió la “Cooperativa Productora de
Sombreros de Palma “, que contaba con el equipo necesario y muchos socios
quienes lo tejían en su propia casa de habitación y rústico lo entregaban en la
cooperativa quien se encargaba de prepararlo, plancharlo, hormarlo a cual
mejor forma y estilo, adornarlo, para ya
terminado distribuirlo en tiendas del territorio nacional y fuera de
él, habiendo desaparecido con la llegada del gobierno de la “Liberación”.
EL PRIMER Y ÚNICO GERENTE. El gerente de la Cooperativa, fue Miguel
Ángel Andrino, una magnífica persona, que tomó parte activa en la sociedad
local, habiéndose desempeñado como Concejal de la Municipalidad y miembro de
varios comités de desarrollo local. Casó con Lidia Valdivieso y se trasladó a
la capital de la república de donde era oriundo, en la cual falleció, hace
algunos años. Además de los innumerables socios, fuimos trabajadores de
Sombrero de palma planta
de esa cooperativa: Juanito Morales,
confeccionado en aldea Espíritu Santo. Augusto Chew, Bilo Arias y quien escribe
este libro, aparte de varias laborantes de la máquina de coser, cuyos nombres
no recuerdo solo a doña Lina Reyes,
mamá de Guayo Páiz, abuela de Irma Páiz, que adornaban y
daban el acabado al sombrero.
Actualmente, la única industria que puede
decirse sobresale en el municipio, pero especialmente en las aldeas Espíritu Santo y Los Bordos de
Barillas, y que es patrimonio de buena parte de sus habitantes, es
la confección de sombreros de palma, conocida con el nombre de “hilama”, cuyo
producto en su mayor parte, es exportado a varios de lugares, dentro y fuera de
la república, en cantidades que sobrepasan las 20,000 docenas al año,
particularmente, para las naciones de Costa Rica y Panamá, a donde además, se
envían enormes sumas de trenzas a colores y petates pequeños de palma para la
fabricación de otros estilos de sombreros, y la llamadas charras playeras. El cogollo, producto mismo de la palma, es
absorbido en buena parte, por pequeños comerciantes del departamento de El
Quichè, para la manufactura de un estilo típico de sombrero muy gustado por los
turistas extranjeros. El fruto de esta planta se llama “maranshana”, de sabor
muy agradable, utilizada para comida de los cerdos, no se diga del retoño o
pacaya, especie de dátil, muy apetecido. Bonifacio Paz y su familia, han
revolucionado la fabricación y comercialización de ese producto.
COMPRA LOCAL. En la compra de ese producto
fueron pioneros a un señor que se llamaba Max Monterroso, Juan Ramón
Bracamonte, Paco Sierra y Samuel Castillo, cuyo negocio de bastante
competencia, despertó celos entre los comerciantes, a tal gado que, Lolo
Aquino, un buen muchacho de El Espíritu
Santo que trabajaba para el segundo de los nombrados, fue mandado a “venadear”,
pero solo fue herido de bala herido de
bala en el tórax, habiéndose pronto recuperado cuyo hecho se le atribuyó
a Sierra.
AUJE DE LA INDUSTRIA. Esta industria no ha
perdido actualidad, pues a pesar de la extensión de la técnica de su
elaboración para Centro América y parte de México, exportada desde aquí, por
interpósitas personas que vinieron a espiar su proceso, actualmente se fabrican
además del sombrero, con algunos
altibajos por la competencia, mantiene su hegemonía,- variedad de tejidos
típicos producto del cogollo de la palma real, tales como estuches para guardar y exhibir
botellas de licor por encargo
específico de Industria Licorera Zacapaneca, abanicos, portavasos, petates,
escobas, respaldos para carros, canastas, moisés y otros, atendiendo pedidos
especiales, todo lo cual significa buena fuente de ingresos para los artesanos. Pionero de esta artesanía con su
familia es Bonifacio Paz, un magnifico vecino de Espíritu Santo que ha servido
desinteresadamente a su aldea en todo lo que significa desarrollo comunitario. En
la cabera municipal existe una agencia de la Cooperativa de Ahorro y Crédito
Integral Guayacán, R.L., cuya sede central se ubica en la cabecera
departamental de Guastatoya, con agencias en los municipios del departamento y
en algunos otros de la República, de mucho beneficio para los pobladores.
COOPERATIVA LOCAL. En la comunidad de
Espíritu Santo, existe la Cooperativa de Producción Integral “Las Palmas”,
desde el año l984, en apoyo a la actividad artesanal y agrícola, dedicada
actualmente al cultivo, compra y deshidratación del limón, que es exportado a
los países árabes para la elaboración de alimentos y medicinas.
QUESOS. Se cuenta incluso, con la
preparación de quesos, de mucha aceptación, dentro y fuera del país, lo mismo
varias panaderías en las que se fabrican: pan tradicional, marquesote y quesadillas
y las famosas tortas, empleando insumos locales, con excepción de la harina que
se compran en las casas comerciales, cuya mano de obra es realizada
regularmente por expertas panaderas.
CARPINTERÍAS. Existe regular número de carpinterías en la propia
cabecera municipal, donde trabajan los artesanos que se dedican a este oficio
en las cuales se fabrican mueles finos y de todas clases, pero anteriormente lo
fueron de fama don Chico Pinto y varios de sus hijos, creadores del primer
torno manual que hubo en la población, laborando bajo sus instrucciones el
también carpintero chiquimulteco Héctor España, padre de Lidia, Enma, Héctor y
... de ese apellido, en tiempos pasados.
SASTRERÍAS. Las hay buenas en donde se confeccionan
los trajes de los moradores a capricho del cliente y la moda. Los primeros
sastres fueron Joaquín Barahona y Bernabé Linares y después varios paisanos,
entre otros, Humberto Morales, Toyo Castillo, Herlindo Hicho, Antonio Grajeda,
David Alvarado y otros.
CARROCERÍA. Hubo antaño, una fabrica
artesanal de carrocerías para carretas de bueyes, y yugos, de mucha demanda, de adentro y fuera
del municipio, propiedad de un señor llamado Eusebio Castillo, a quien le
decían don “Cheyo”, que laboraba junto con sus hijos “Chemita”, Rufino de su apellido
y sus nietos Chepe y Neto.
ALBAÑILES. Muy buenos, como Guillermo
Coronado, no solo para construcciones pequeñas sino de edificios grandes,
algunos por su experiencia llegaron a ser constructores, como Odonél López,
Ovidio Carranza, Adalberto Mejía y Carlos Ayala, Javier Echeverría quienes
construyeron edificios en varios lugares, dentro y fuera del municipio.
ESTRUCTURAS METÁLICAS. También las hay para
hacer toda clase de trabajos de hierro y aluminio.
FABRICA DE CAFÉ. Fidel Egberto Casasola Venegas,
mi padre, tuvo importante participación en la industria y comercio locales,
hombre inquieto, que ensayó varios negocios, pero desafortunadamente, la suerte,
no lo ayudó en todos sus propósitos,
fracasando en la mayoría, por ejemplo, en la rama de la industria fue dueño de una
fábrica de café molido, de inmejorable calidad denominada “Café Imperial” que
contaba con todo su equipo, en donde se
tostaba, molía, empacaba y se distribuía el producto, ya terminado y etiquetado, en tiendas de la
localidad y del territorio nacional, producido con grano en oro o materia prima, que
se traía especialmente de “Tobón”, Jalapa y Chiquimula, habiendo
laborado en la misma, como jefes de operaciones, Odonél López y Gilberto
Barrientos, ayudantes Neftalí Guerra, César Venegas, Ramiro López y otros que
no recuerdo y como empacadoras Elvira y Fidelina Morales, Rosa Venegas y otros.
PEQUEÑAS EXPORTACIONES. Tuvo también mi
padre, el negocio de extracción de maíz,
leña y carbón, con destino a la capital de la república, que se compraban a
terceras personas y se producían también en su propia finca El Guayabo y Pila
de Moscoso, al sur de la población, cargamentos que eran transportados en
patachos de bestias alquiladas y propias, que las habían en buen número,
arriadas por expertos muleros como Neftalí Guerra, César Venegas y Herminio
Linares, embarcando en determinado momento hasta tres carros del ferrocarril,
repletos de dichos productos, rumbo a comercios de la capital. De su propiedad
funcionó así mismo, una fábrica de hacer ropa, por medio de telares, (aparatos)
que operaban expertos tejedores de El Quiché y Salamá, negociándose el producto
a nivel local, y lugares circunvecinos, en cuyas empresas, contó con la ayuda
de los primeros cuatro hijos; pero antes se dedicó a la fabricación de candelas
de todos tamaños, con equipo específico, que vendía en su propia miscelánea y
negocios particulares.
LAS TEJERAS. En el interior de la finca el Tintero, existieron varias
pequeñas fábricas de adobe, ladrillo, teja y cal, propiedad a medias, con los
dueños de la finca y los hermanos Jesús, Pánfilo, Ricardo Pérez y otros,
expertos en la hechura de esos productos, que servían para las construcciones
locales, pues el block y el concreto eran poco conocidos y usados aún,
Beto Casasola Venegas, hombre de empuje
en el desarrollo del pueblo. sino
hasta después del desafortunado terremoto del 76, en que dio inicio el levantamiento masivo de
casas, con esta clase de materiales, duros y resistentes, incluyendo terrazas;
pero mucho antes, éstas eran de bajareque y adobe, así como ranchos de madera y
palma real. El ladrillo y teja, luego de ser apelmazado el barro y moldeados al
tamaño deseado, eran sometidos a fuertes temperaturas en hornos improvisados
que los propios artesanos construían, lo
mismo que para la elaboración de la cal artesanalmente con piedra especial llamada
caliza, que la hay en abundancia en el municipio, usando como combustión para
ambas quemas troncos secos de árboles, pero especialmente de cactus y manzanote.
El adobe para darle mayor consistencia le añadían paja. La primera y única
pequeña fábrica de block en el pueblo, lo fue de los hermanos Casasola
Saavedra, ubicada en un terreno nuestro
del barrio Vista Bella, antes del terremoto citado.
COMERCIO. Como
es lógico suponer, el comercio en
vez de disminuir aumenta; en la propia
cabecera municipal existían y por supuesto, las hay hoy día, tiendas bien
montadas y surtidas con mercaderías de distintas clases, elaboradas en el país
y en el extranjero, proveyéndose de los almacenes fuertes de la capital y del
departamento de Zacapa. Al respecto se pude mencionar un almacén bastante grande, único en su clase
en ese tiempo, con la categoría de miscelánea, que existió por las décadas 30 a
la 40, del siglo anterior, propiedad de mi
padre Fidel Egberto Casasola, con depósitos para la venta a granel, de azúcar,
sal y harina, en donde se podía comprar, desde artículos al menudeo, como café,
dulce, azúcar, una aguja, un botón, hasta zapatos de todas clases, pelotas de
foot ball, telas, ropa hecha, artículos de tocador, juguetería y hasta un buen
vino, atendida personalmente por su dueño y su esposa Felicinda Saavedra. Esa miscelánea fue sustituido con el
transcurso del tiempo, por otro, de
aparatos electrodomésticos, mueblería fina y ferretería, con depósito anexo, de
artículos de tipo alimentario y de aguas gaseosas, con agencias en Teculután y
Guastatoya, este último destruido por el terremoto de 1976, y el otro, ahora,
propiedad de mi hermana Elba, colaborando en estos quehaceres, los últimos
cinco
hijos. Por supuesto que de ese floreciente
comercio, solo queda el recuerdo, tras la muerte de su dueño, mi padre
mencionado. En términos generales puede decirse que Fidel Egberto Casasola
Venegas, en la industria y comercio local, sentó sus reales aquí y fue decidido
pionero de las mejores tiendas, línea de proyección que también siguieron sus
hijos menores con sus negocios establecidos en el pueblo y Teculután
actualmente.
Pulperías y boticas las hubo y las hay,
incluyendo ventas de artículos de construcción y más de veinte panaderías,
tanto en la población como en las aldeas,
dentro de las que resaltaban por el sabor y textura del pan las de: Sarvelia
Marroquín, Lola Fajardo, Licha Barillas, Silvia Gutierrez, Carlota Venegas y Belarmina
Cerna, quienes fabricaban en hornos de leña o chamiza toda clase de pan, pero
especialmente los famosos marquesotes, salporas y birrinques, incluyendo a doña
Chayo Paz, quien más que todo lo hacía por deporte, con los famosos nuégados,
espumías y turrones, aunque últimamente la más fuerte, fue una pequeña fábrica
de quesadillas de prestigio, de la familia Duarte, porque su producto fue
reconocido a nivel nacional, buenos inmigrantes que vinieron de la costa sur
del país, a establecerse en la población, en donde aún radica algunos descendientes. Actualmente hay
panaderías modernas con hornos eléctricos o de gas, pero el producto es principalmente comercial, sin
el toque pueblerino de antes.
BUENAS TIENDAS. Otras tiendas grandes
fueron: las de Armando Chew, Jesús Loreto, Jesús Núfio, Elisa Carranza Páiz,
Lola Castillo, Petrona Morales y Otilia Castillo, superiores en existencia y
movimiento a las que existen actualmente, pero la primitiva, de mucha fama en
su época, fue la de doña Pancha Marín, según se tuvo conocimiento.
EL CINE. También fue dueño, mi citado
padre, de uno de los dos cines que había en el pueblo, denominado “Cine
Casasola”, el otro de muy corta duración, lo fue de Armando Chew, en donde se
exhibían películas mexicanas, argentinas y de otras procedencias, a veinte centavos la
entrada, pero la televisión vino a desplazar esa actividad recreativa. Anexo a
ese negocio, existió una carnicería que daba servicio los días jueves y domingo
de cada semana, pero como dice el refrán, todo tiene su fin en este mundo. Pero
antes, el primer cine que vino al pueblo fue el llamado mudo con figuras
animadas que venían a dar empresas comerciales e instituciones del Estado,
después el cine sonoro de los hermanos Quiroz, de Zacapa, luego el de Julio
Arriola de Guastatoya y Rolando Barrientos, por la década de los 50 del siglo
anterior, que alegraban con música previa el pueblo los días jueves y domingos
de cada semana, siendo las más gustadas las rancheras con llenos completos.
EL PRIMER BILLAR. Lo trajo Juan Ramón
Bracamonte, en donde se jugaba más que todo, por deporte, en cuyo lugar se
formaron verdaderos billaristas que practicaban desde una potra, hasta
carambolas, como Toyo Castillo y Lolo Aquino, siendo además, un bonito centro
para la tertulia, como lo fue la banca y la rampa de la estación del
ferrocarril, el chico del parque y la
ceiba de buenos aires. Actualmente hay uno de esos juegos, propiedad de
Carlos Duarte Pineda, muy necesario, no solo para el juego en sí, sino como punto
de reunión para la tertulia y las frías y sabrosas chelas.
El primer camión lo trajo la finca La
Cajeta, del ex presidente Lázaro Chacón; la primera camioneta un señor que
llamaban Chando Padilla, de la Estancia de la Virgen; el primer carro o
camionetilla, Pancho Guerra y la primer motocicleta Víctor Fratti, la primera
refrigeradora, Juan Ramón Bracamonte.
PRIMER RADIORECEPTOR. Y aunque no tiene
consonancia con el párrafo que precede, deseo mencionar que mi padre venido de
Retalhuleu, después de su renuncia de los ferrocarriles de Guatemala, captó
innovadoras ideas de lo que había visto
en aquella ciudad, y fue así, como instaló
un radio receptor, un marca Zenit de tubos, onda larga y corta, accionado con
corriente eólica, a través de una hélice, adaptada a una torre alta, que el
aire hacía girar, produciendo electricidad, que era recibida por una batería, y
de ahí, salía para el radio, muy bueno por cierto, y una novedad en su momento,
convirtiéndose en el primero de esos aparatos en la población, como bien lo
dice en uno de sus artículos, el Dr. Rigoberto Juárez Paz. De tal manera que,
por curiosidad, en las afueras de nuestra casa, se reunía regular número de
vecinos, en un arriate, con sentaderos en los cuatro costados, bajo el cobijo
de un emparrado de buganvilia que allí
existía, en donde había instalada una bocina, a escuchar música y las noticias
diarias de la segunda guerra mundial 1939-1945, quienes aparte de deleitarse,
competían sobre esta última, unos a favor y otros en contra acerca de quién de
los contendientes la ganaría al final, la Alemania de Hitler o loso aliados;
recuerdo que se escuchaban nítidamente la XEW de México y la TGW de Guatemala,
aparte de otras, por supuesto, porque en esos tiempos era escasa la energía
eléctrica y algunas personas usaban la aérea, hasta para sacar agua de pozos.
Aunque parezca mentira, a principios de la
década de los años 40 del siglo pasado, funcionó en esta población, en la casa
hoy propiedad de Lily Ayala Peralta, una
clínica dental bien organizada a la altura de la época, cono su sillón reclinable
y escupidera, ambos de porcelana, atendida por el Odontólogo Cubano Alfonso
González, en la que se hacían trabajos especiales de oro y plata, servicio que
lamentablemente no existe hoy día en tiempos modernos. Mi madre, a quien yo
acompañé varias veces siendo un niño, se arregló la dentadura en esa clínica,
servicio que lamentablemente no existe hoy día en tiempos modernos, en la
localidad.
COMERCIO INFORMAL. Existió antaño, un
bonito comercio informal procedente de Tobón y aldeas vecinas del departamento
de Jalapa y de San Agustín Acasaguastlán, o sea un intercambio, de donde traían
a vender frutas y verduras de la época: manzanas, manzanillas, duraznos,
perotes, melocotones, jocotes de corona, peras, elotes cocidos, güisquiles,
ayotes y chilacayotes, aguacates, mameyes, zunzas, chautes, caimitos, etc. Y,
de aquí. llevar del mercado y tiendas, lo necesario para la subsistencia, esto
ya no visto lastimosamente, como tampoco se observa la compra de reses en
pequeño que habitantes de las verapaces llamados “cobanes”, así como de Jocotán venían a adquirir, viajando a pié desde lejos
con su cacaste a memeches y, ya de regreso, jalando su gordito ternero, comprado en algún lugar de
la jurisdicción, pero también a vender artículos de cerámica y jarcia.
CABLE. Existe este servicio en la población,
propiedad de Marco Antonio Casasola Saavedra, que cubre buena parte del área urbana y rural, el cual
se reporta eficiente a satisfacción de
los usuarios.
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