JOSE MARTI EN EL
JICARIO.
En El Jícaro, cuando apenas era un villorrio, hizo alto el mártir de Dos Ríos ---el cubana José Martí---
viniendo de Puerto Barrios hacia la capital. En una casa de humilde aspecto, en
el momento que el gran apóstol llamaba a
la puerta, el dueño del pequeño lar
recitaba a su manera unos versos. Al escucharlos Martí, puso más atención y
quedó maravillado de la facilidad de expresión del ignorado autor de la
composición, pues retrataba a lo vivo un bello cuadro de la naturaleza. Al
terminar el anciano su recital, Martí le abordó y suplicó que le repitiera
nuevamente los versos a lo que gustoso accedió el buen hombre.
Un buen guacal de agua refrescó la reseca garganta del patriota cubano,
despidiéndose del dueño, montó en su cabalgadura atada a un exuberante árbol de
Jícaro que erguía su pelambre verdoso al viento cálido del trópico, en el patio
de aquella humilde casa. . . Meses más tarde, en la capital de la república,
Martí se hizo de un libro de Fábula intitulada “EL venado, la serpiente y la
paloma” y entonces, se acordó de aquel viejecillo de El jícaro. Eran los mismos
versos sabios que había escuchado embelesado de labios del anciano. El libro en
cuestión, era de nuestro gran fabulista Rafael García Goyena, el La Fontaine
americano.
Los datos anteriores fueron tomados del libro “Guatemala” escrito por
el poeta Martí durante su estadía en nuestro país por los años pasados de la
revolución de 1871, en donde además, refiere, que el dueño de la casa que lo
atendió en donde saboreó unos humildes blanquillos (huevos de gallina), que le
recitó los versos mencionados, era un ladino decidor, fanfarrón, letrado y
tuerto.
¿Quién sería aquel
buen hombre que tuvo ese intercambio de palabras con el insigne poeta cubano,
quizás sin saber quién era él interlocutor viajero. Sería un ascendiente de la
familia Peralta, Gutiérrez, Morales, etc. Valdría la pena investigar, pero yo
en lo particular, por los antecedentes que se conocen de él, creo que fue un
personaje llamado Guillermo Gutierrez, entre paréntesis, Tío Mito, hermano de
tías Cona y Silvia de ese apellido, primitivos vecinos del pueblo.
EL PUENTE SOBRE EL RIO MOTAGUA. Para muchos era un sueño, para otros un
hecho irreversible que no admitía discusión y para unos cuantos, de los
retardatarios que no faltan en los pueblos, una obra innecesaria, esto último
por la existencia a escasos 15 kilómetros río arriba, de otro igual o de mejor
calidad, el llamado puente “José María Orellana” a la altura de la aldea El
Rancho, San Agustín Acasaguastlán, que lleva más de 80 años de servicio en
forma eficiente, y ante la necesidad de otra obra de importancia, se decía,
como lo era el asfalto de la carretera interdepartamental “El Rancho-Zacapa;
hecha realidad a estas alturas, de mucha utilidad para el desarrollo de los
municipios de San Agustín Acaguastlán, El Jícaro, Cabañas, San Diego, Huité y
la propia cabecera de Zacapa, en una extensión aproximada de 40 kilómetros,
pero la realidad es que para nadie fue cosa fea ese proyecto, por el contrario,
algo positivo, de todas maneras, su construcción, por lo menos para acortar
distancia.
Vista de la pista del puente sobre
el río Motagua,
al fondo terrenos el Talquezal y Pila de Moscoso.
Vista lateral del puente sobre el río Motagua.
¿Cómo y porqué se hizo el puente, de quien fue la idea original y la de última hora?, son algunas de las interrogantes que se hacen algunos analistas. Pues bien,
la respuesta de muchos de los mismos, es que la idea original y el deseo de
conectarnos frente, derechito, en la línea recta con la carretera del Atlántico,
es del grueso de los vecinos de El
Jícaro desde muchísimos años, al igual que los de los municipios circunvecinos,
aunque los de Cabañas lo hubieran querido frente a su población, pero la idea
de última hora según se sabe, fue de tinte político partidista del entonces
diputado Arturo Castillo Parada, cuando en su campaña reeleccionista les
ofreció a sus seguidores, la obra en cuestión, lo que no quedó solo en simples
ofrecimientos, ya que en poco tiempo logró conseguir una buena cantidad de hierro
de varias pulgadas y, lo más importante, la inclusión de determinada suma de
dinero en el Presupuesto de Gastos del Erario Nacional, y con la mediación del ex
diputado Julio César Arriaza Castillo, se procedió a la integración de un comité de vecinos, que
se encargaría de dirigir todas las acciones relacionadas con esa obra, el cual
quedó integrado de la manera siguiente: Presidente, Marco Tulio Ayala Méndez;
Vicepresidente, Samuel Castillo Orellana; Secretario, Julio César Arriaza
Castillo; prosecretario, Mario Hernández; tesorero, Marco Antonio Casasola
Saavedra; vocales: Tomás Roldán León, Hugo Leonel Mendoza, Arnulfo Guerra,
Rolando Páiz Barrios, Arnulfo Castro García, Hermenegildo Ramírez, Israel Luna,
César Augusto Gutierrez, César Aquino Morales y otro, y a pesar de la resistencia promovida
por cierta autoridad, quien no estaba conforme con las personas electas del
citado comité, se logró su autorización por la Gobernación Departamental de El
Progreso. Hasta allí la intervención del diputado Castillo Parada, pues
habiendo perdido la elección, se quedó a la zaga de toda actividad, pero es
digno reconocerle su valiosa intervención, pues estaba cumpliendo sus promesas
de campaña.
Algunos opositores, no de la construcción del puente en sí, sino de la
elección del comité, quisieron llevar agua a su molino o comerse el mandado
como se suele decir vulgarmente, presionando al Gobernador Departamental, de su
mismo partido, para que se cambiara el comité, democráticamente electo, por personas
adhoc, que respondieran a su manera de pensar, hacer y dirigir políticamente
las acciones, petición que no fructificó ante la valiente oposición de algunas
personas del pueblo, pues el Gobernador no tuvo otra opción más que ratificar
al mencionado comité, cuyos integrantes mantuvieron hasta el final la
independencia del proyecto. Tomó entonces la batuta el Comité de vecinos con el
lema de obras son amores y no buenas razones y con todo empeño, prosiguió las
gestiones del caso, ante el gobierno de la república, ya entonces con la
participación del distinguido paisano Edgar Pineda Morales, quien fue un
magnífico enlace entre funcionarios claves del Estado encargados de manejar
estos asuntos y el propio comité, siendo así que al final de cuentas en tiempo
record, se logró una solución final, suscribiéndose como consecuencia el
contrato de la obra, entre el comité, en representación de los vecinos, y la
empresa constructora “Conza”, propiedad del Ing. Alfredo Amílcar Bolaños, a un costo total de Q. 3.751,3OO.OO,
en plan tripartito, así: El Estado por
medio del Consejo Regional de Desarrollo, Región III, Q. 3.428,O49;
Municipalidad, Q.273,25l.OO y Comité Q. 50,OOO.OO en materiales, además de la
estricta y legítima supervisión, concluyéndose felizmente el mismo, siendo inaugurado
el día 3l de octubre de l998, bajo la administración del ciudadano Hugo Arriaza
Pensamiento, como Alcalde, en tiempo record de haber iniciado su construcción y
la supervisión gratuita del Ing. Antonio Ramírez, por parte del comité.
Pero eso no es todo, hubo de por medio el deseo e interés del gobierno
de la república de querer hacer bajo sus directrices el puente, y a eso vamos,
¿Quién dio la orden para ejecutar inmediatamente esos trabajos?, sería el
presidente Arzú o el vicepresidente Flores Asturias, creo que este último, pues
a decir verdad, a la par del beneficio colectivo que representaba para el
vecindario de El Jícaro y pueblos circunvecinos, también le sería más cómodo
para el hermano de este último funcionario para sacar su producción de mango de
su empresa en la finca El Tintero, hacia la carretera del Atlántico con destino
a los mercados nacionales e internacionales, haciendo patente el adagio que dice: “todo en la vida lleva un
interés”. Si no se hubiera dado la orden del “todo poderoso”, (Vicepresidente
Flores Asturias), cuyo hermano como ya se dijo tiene intereses en el municipio la obra no se hace, por el contrario,
hubiéramos observado atónitos, como ya ha ocurrido en otros casos que “partidas
de presupuesto vienen, partidas van y de momento se detienen. Política
partidista al fin, ¿verdad?.
ÚLTIMA HORA, ÚLTIMA HORA. Hoy 30 de mayo de 2010, siendo las siete
horas, cuando nos encontramos en la víspera del proceso de impresión del
presente libro, recibimos la triste noticia de que esta verdadera joya para los
jicareños, a los doce años de su inauguración y de prestar un servicio
eficiente, una parte de su estructura colapsó, llevada aguas abajo, por la
fuerte creciente del río Motagua, provocada por las copiosas lluvias de la
tormenta tropical AGATHA, quedando incomunicada la población, por lo que los
jicareños estamos de luto. Igual suerte corrió el centenario puente “Orellana” de El Rancho, cuyas obras
monumentales de acceso, que prestaron efectivos servicios colectivos a la
región, con lo ocurrido, pasan a formar parte de nuestra historia. A los pocos
meses del problema, el paso por el puente a El Jícaro, ha sido rehabilitado
provisionalmente, por la Municipalidad en forma inteligente, por medio de una
rampa engrapada a la otra parte que quedó en pié, a la espera que el gobierno
de la república lo construya de nuevo, en forma más técnica y de mejor calidad.
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