CAPITULO
I
SITUACIÓN GEOGRÁFICA, DEMARCACIÓN FÍSICA Y
EXTENSIÓN TERRITORIAL
Especie de cactus comúnmente llamado Tuno.
cierta parte, como línea divisoria de
municipios vecinos, en una zona geológica que puede considerarse como única en
Centro América, por su propia naturaleza y ecosistema imperantes, a decir de su
flora y fauna, léase variedad de cactus, árboles de guayacán, roble, zarza, yaje,
orotohuaje, subín, carupín y el famoso pasto oveja, etc., y de extrañas especies de
reptiles, verbigracia:
Vista panorámica de la sierra de Las Mina
tomada de Puente que cruza el río Motagua.
estudio realizado por el experto Dr. Holdridge, a la
considerable elevación de
la citada montaña de las
Minas ubicada a escasos 25 kilómetros de distancia, enfrente, al norte, de esta
población y de la región en general,
obstáculo natural que hace descargar la humedad y el agua de lluvia del lado opuesto, razón por la cual, el preciado líquido llega
al área, por las montañas bajas del sur de los departamentos de Jalapa
y Chiquimula, cuyo fenómeno natural le altera y mantiene su fisonomía, tal como es, de monte espinoso subtropical
seco en la meseta, y más o menos húmedo fresco, en la alta, en donde viven
cierta clase de pinos, variedad de encinos
y otros propios del clima, cuya aridez es consecuencia
también, de la considerable distancia que separa el terreno de los océanos, y
por lo mismo, escases de humedad en el ambiente. Esta zona de vida, tal como se
presenta, es compensada sin embargo, en buena parte, con sus fértiles tierras regables,
gracias a la presencia del río Motagua en sus inmediaciones, y a la existencia
de abundante agua a poca profundidad del subsuelo, privilegios que afortunadamente
le inyectan vida y desarrollo a la región. Las cordilleras citadas, ofrecen a
la vez, una excelente vista panorámica hacia el sur, con sus puntos bien
definidos: “Montañas de San Pedro Pinula, Jalapa y Guastatoya”, ”El Morrón”,
terreno “Las Minas”, ”Pila de Moscoso y Guayabo”, “Tobón”, “El Talquezal”,
“Loma Redonda” y “Las Anonas o Sitio de Jesús”, todos enclavados en la
cordillera del Merendón, con su color verde-pardusco; últimos elevamientos de
donde, entre el resplandor propio del área, allá en donde pareciera juntarse el cielo y la tierra, y el sol,
incendiar la pradera, en la claridad del medio día, se divisan en la lejanía los extensos llanos de la fragua que exhalan el
tibio clima tropical que le es característico. Y, al norte, la impresionante de las Minas, con un bello azulado-verdoso de
varios tonos, según la distancia de observación, ataviada de nubes multiformes blanquecinas, posando casi siempre en el horizonte, y más
allá…, al poniente, entre las dos montañas, que forman el gran cañón del
Motagua o garganta del nororiente, como le llamo yo, en los cuatro puntos
cardinales, dibujados en sus variadas configuraciones caprichosas y a veces
confusas, pero bellas, se aprecian en el firmamento, solitarios o en grupo, los
celajes o trozos de cielo policromos, rojizos, violetas, con bordes dorados
encendidos, generados por la luz radiante del sol, por la mañana, y con
pinceladas ambarinas, cuales nubes misteriosas con siluetas de arrebol, alumbradas
por el suave brillo del astro rey, en el ocaso, como obsequio de agradables y
esplendorosos instantes vespertinos.
Y como maravilloso regalo
invernal de natura, con expresión
sublime de ensueño, en el crepúsculo de la tarde, como un jardín florido de
rosas, figuras de mariposas incrustadas libando el néctar de las flores, de
espectro de gotas de lluvia y rayos de sol, entremezcladas, se exhiben
imponentes de repente en las alturas, más
de un arcoíris coqueteando a sus admiradores, con su ropaje matizado de
sus siete lindos colores, pero a la vez, abriendo los portones del cielo, en
franca invitación para entrar en el mundo de lo desconocido, deleitando con su natural
belleza, a los comarcanos, de quienes más de algún simpático dicharachero, en su hábito de superstición
cotidiana, en lenguaje coloquial, suele decir: ¡Oh, presencia de arcoíris en el
espacio, señal de paro de lluvia!; cuyos espectaculares fenómeno, cautiva
indiscutiblemente, a seres humanos que aman la naturaleza y que tienen la oportunidad
de echar un vistazo al infinito, en esos precisos momentos.
Su
pintoresca y progresista cabecera municipal, de igual nombre, se asienta a poca
distancia de las márgenes del río Motagua, propiamente en lo que es su inmenso
valle, con sus calles correctamente trazadas, plantadas de una bien
dispuesta arboleda, verde, casi siempre verde, como el vistoso plumaje
de nuestro Símbolo Patrio, El Quetzal, como presagio de esperanza.
Ocupa el municipio, una regular extensión de
terreno, formando llanuras y partes quebradas. La línea del desaparecido
ferrocarril Interoceánico o FEGUA, como se le llama actualmente, concesionada
en mala hora y para retroceso del país por 50 años a Ferrovías de Guatemala, lo
atraviesa en toda su longitud, de norte a sur y viceversa, siendo la mayor
parte del área topográfica montañosa y
afectada. Sus carreteras de acceso, en sus tres principales ingresos, se encuentran
convenientemente asfaltadas hasta su convergencia con carreteras principales del país, que conectan con los departamentos de Zacapa, Chiquimula, Jalapa, última aún de terracería,
y con el resto del país por la ruta del Atlántico. El municipio está cruzado de
caminos vecinales internos que comunican
con sus aldeas y caseríos, así como con
los municipios vecinos de San Diego, San Pedro Pínula y Guastatoya, y
vericuetos llamados regionalmente “extravíos” que usan algunos lugareños, para
acortar distancias y llegar pronto a su destino, sorteando barrancos y maleza,
casi abriéndose campo, guarisama en mano.
Dada su topografía, se sospecha
que la parte baja de la población, en algún tiempo de la historia, antes de la
construcción del ferrocarril, a partir del paraje conocido como “Patio de Gallos”,
hasta el malpaís de Chilo Morales, formando allí un recodo, fue eventual lecho
del río Motagua, a juzgar por los vestigios de piedras y arena de su clase que yacen
en el subsuelo, lo mismo que sus barrancos aledaños, al sur, con cicatrices de
oleajes e incrustaciones fósiles de pequeños jutes, caracoles y piedrecillas
descubiertos en su relieve, que no son propias del terreno, más bien,
fragmentos de origen de acarreo fluvial. La borda paralela y el terraplén de la vía férrea del
desaparecido ferrocarril, constantemente supervisadados por la empresa, ha sido
por años, una potente defensa indirecta de la población, impidiendo que el río
con los copiosos inviernos vuelva de nuevo, a su cauce caprichoso ocasional
antiguo, del que se supone, pero ahora, en las condiciones de descuido y olvido
en que se encuentran dicha vía por la desaparición de esa empresa, se corre el
riesgo de que socave esas barreras y se
produzcan inundaciones no deseadas.
FORMA. La estructura física del área territorial, se compone de tres
franjas paralelas, escalonadas entre sí,
a lo largo y ancho del municipio: la parte baja de vegas conformada por el
valle del Motagua, al norte; la altiplanicie o porción central, y la pequeña
montaña y sus estribaciones, al sur, que es parte de la sierra de la sierra
Madre o del Merendón, y según el mapa levantado últimamente por la Dirección
General de Cartografía, que debe considerarse como oficial para todos los
asuntos que se relacionen con el territorio jurisdiccional, tiene la forma de
un oblongo irregular, con su parte más ancha por el oeste y más angosta por el
este.
Barrio Vista Bella, al fondo montaña del Merendón.
reconociendo desde tiempos
remotos, cuando el
antiguo municipio de San CristóbalAcasaguastlán, ejercía
dominio sobre la otrora aldea, identificados
por medio de mojones informales, de la manera siguiente: al norte, del mojón
denominado La Puente, en la aldea de ese nombre, del municipio de Cabañas, en
el departamento de Zacapa, al mojón denominado El Portezuelo, situado en la
margen izquierda del río Motagua en el municipio de San Agustín Acasaguastlán
del departamento de El Progreso, río motagua de por
medio, colinda este municipio con los de San Cristóbal y San Agustín Acasaguastlán, también colindó en
un una época por este rumbo con Santa María Magdalena, cuando este era
municipio independiente; al sur, del mojón María Felipa, hasta el mojón La
Laguneta, colinda este municipio con el de San Pedro Pínula, en el departamento
de Jalapa, sirviendo de línea limítrofe varias montañas sinuosas; al este, del
mojón denominado La Puente, al denominado María Felipa, colinda el municipio
con el de Cabañas en el departamento de Zacapa; y al oeste, del mojón
denominado El Portezuelo en línea recta, hacia el mojón El Bejucal, de norte a
sur, de este mojón hasta el denominado El Aripín, de este a oeste, también en
línea recta; en este mojón termina la colindancia
del municipio de El Jícaro, con el de San Agustín Acasaguastlán; y del mojón
denominado El Aripín hasta el denominado Laguneta, colinda el municipio siempre
por el este, con el municipio de El Progreso, cabecera del departamento,
teniendo como limites montañas y barranco escabrosos sin nombres conocidos,
formando una curva y de este ultimo al de María Felipa, por el lado sur con los
municipios de Jalapa y San Pedro Pinula.
En esa situación
permaneció el nuevo vástago, por muchos
años, en un completo vacío e incertidumbre, derivado de la pifia del acuerdo de
su creación, la que como era de
esperarse, tuvo sus repercusiones
negativas, por los serios problemas que se presentaron en el decurso del tiempo,
con más de uno de los pueblos circunvecinos por cuestión de límites, cuando por
ejemplo, habitantes de unos de ellos, creyendo
que estaban en su derecho, dentro de su territorio, invadían terrenos
del otro, para efectuar labores, bien en parcelas patrimonio de la comuna local o de particulares, pertenecientes al
nuestro, provocando las consiguientes molestias, las cuales en la mayoría de
los veces, eran resueltas conciliatoriamente, con la intervención de ambas
Municipalidades, alegándose en muchos casos, que los promontorios de piedra,
troncos de árboles, zanjones u otras señales convencionales o empíricas, que servían de límite, eran alterados a favor
de determinado municipio, para agrandar su jurisdicción y restar la del otro, y
esa era precisamente la causa de los pleitos, llegando algunos individuos,
incluso, a la violencia, como medio de resolver sus diferencias.
Según rumores que
no se han podido confirmar, parte del límite Oeste con San Agustín
Acasaguastlán, fue alterado antojadizamente por cuestiones de tinte político,
por el Ingeniero Luis Chacón, cuando remidió los terrenos “Malpaís” y “Robles”,
a solicitud de sus propietarios de la aldea El Rancho, y de Aquilina Rodríguez,
a efecto de lograr el deslinde y avivamiento de mojones, operaciones que fueron
aprobadas por acuerdo gubernativo de fecha 19 de marzo de 1946, tomo 65, página
3 de la recopilación de leyes, cuyos resultados, según se sabe, se oponen a las
practicadas con anterioridad por el Ingeniero Héctor Montenegro Vesco, también
con aprobación gubernamental y que una de las partes considera la original, por
lo que hubo inconformidad de alguno de los dueños.
El problema estriba
en que todas esas medidas fueron aprobadas por el Organismo Ejecutivo en su
oportunidad, como es reglamentario, y si hubo la alteración del límite en
cuestión, no se hicieron en tiempo las impugnaciones correspondientes por las
Municipalidades de esas épocas, aún cuando una cosa es el deslinde de terrenos
particulares y otra muy distinta el de límites municipales. Sin embargo, el mapa antiguo de El Jícaro,
inserto, podría arrojar luz al respecto, así como una certificación de acta
levantada por la Municipalidad de San Agustín Acasaguastlán con fecha 19 de
febrero de del año 1933, no confiable, firmada solo por el Secretario de la
Municipalidad de San Agustín, sin el visto bueno del Alcalde, que se refiere a
esa supuesta alteración, que mantenía bajo custodia el Tesorero Municipal
Melecio Venegas, en la caja fuerte de la Tesorería Municipal, en un paquete de
documentos importantes que incluía copia del expediente de los trámite de la
creación del municipio y el título del sitio de Jesús, que puede ser consultado,
si acaso los mantuvieron bajo esa reserva, algunas sucesivas municipalidades
presididas por Alcaldes y empleados irresponsables.
La alteración que
se menciona principia en el mojón La casa en la hacienda La Esperanza, de los
herederos de Aquilina Rodríguez, adentrándose en esta jurisdicción en línea
oblicua de noreste a suroeste, hasta la altura del mojón El Bejucal, formando
un ángulo agudo que resta al municipio una considerable faja de terreno sobre
la cumbre del cerro denominado “El Malpaís”.
Respecto de esa
alteración, el Alcalde Municipal Abrahán Rodas Ruíz, atendiendo peticiones de
propietarios de terrenos particulares limítrofes, vecinos de El Rancho, en
oficio 480 de fecha 8 de octubre de 1957, dirigido al Director de Cartografía, reiterado
varias veces, hizo la protesta del caso, adjuntando la certificación que se
indica en el párrafo tras anterior, con motivo de la elaboración del mapa
básico de la República de Guatemala, gestiones que también se formularon en los
precisos momentos en que se realizaban los trámites de demarcación del
municipio, sin que las mismas se hayan entrado a considerar siquiera,
posiblemente porque las operaciones mencionadas, de deslinde de terrenos particulares,
que originaron esos rumores, nada tenían que ver con cuestiones de límites
municipales. Sin embargo, queda la duda y valdría la pena desentrañar lo
relativo a esa situación, en la vía que corresponde.
La hacienda y casa
“La Esperanza” de los herederos de Aquilina Rodríguez, entre la línea férrea y la carretera
interdepartamental, ha sido el antiguo límite de El Jícaro y San Agustín
Acasaguastlán, por el oeste, aun cuando el casco de la vivienda se ubica dentro
de la jurisdicción de este último, cuyos moradores, de tiempos remotos, siempre
han gestionado sus asuntos con las autoridades “tinecas” y no del nuestro, siendo además confín de la citada carretera
municipal, según el mapa antiguo del municipio, inserto, elaborado el 17 de
agosto de 1942, por la Intendencia
Municipal de esa época, que aparece publicado en este trabajo, firmado por el
Secretario con el visto bueno del Intendente.
En el año de 1880 se practicó la medida del ejido
municipal denominado Las Anonas o Sitio de Jesús, por el Ingeniero Juan
Nepomuceno Vasconcelos, que primeramente se adjudico al municipio de San
Cristóbal Acasaguastlán por acuerdo gubernativo de fecha 28 de octubre de 1880,
pero luego de la creación del municipio
Mapa antiguo del municipio
de El Jícaro por acuerdo del gobierno
fechado
el 31 de agosto de 1908, paso a pertenecerle, aun cuando la legalización
se hizo a solicitud de la Municipalidad local unos años después, para cuyo
efecto se emitió el acuerdo gubernativo de fecha uno de septiembre de 1,933, mandándose a
inscribir en el Registro de la Propiedad Inmueble, bajo número 6446, folio 119
del libro 8 de Zacapa. Otro documento que respalda la propiedad del mencionado terreno a favor
de la municipalidad de El Jícaro es el acuerdo de 1 de junio de 1933, tomo 52 páginas 464 de la recopilación de leyes.
LÍMITES ACTUALES. Cuando El Jícaro se convirtió en municipio independiente,
como se indica antes, por una omisión involuntaria y para mala suerte nuestra,
no se fijaron con precisión
los límites ni área territorial y, aunque de hecho, era de suponer que los
primitivos linderos serían los mismos que el ente matriz (San Cristóbal Ac.)
mantenía desde tiempos atrás, con sus limítrofes: San Pedro Pinula, Jalapa y
Guastatoya, por el sur; Cabañas y Uzumatlán, por el oriente, San Agustín
Acasaguastlán y Santa María Magdalena, por el poniente y el río Motagua lo
sería por el norte, esto no era suficiente, existía un vacío legal porque se ignoraba
el área de conformación y que era indispensable resolver, promoviendo las gestiones de ampliación del acuerdo de
creación, que le otorgara vida jurídica total al municipio, con sus límites y
extensión territorial bien definidos, a efecto de ponerle fin a los problemas
existentes, incluidas las murmuraciones
callejeras de que el área de asentamiento nuestro, pese al tiempo transcurrido,
desde su creación, todavía pertenecía al municipio de Acasaguastlán, “porque
así estaba registrado”, decían algunos mal pensados e ignorantes, situación que
aprovechaban algunos ingenuos vecinos para ir a “legalizar” a posteriori, los
documentos de sus terrenos, con las autoridades de aquella hermana población, sin percatarse
que esos trámites serían nulos de pleno derecho, porque El Jícaro ya tenía
jurisdicción propia municipal, situación que se daba con mayor frecuencia por
los habitantes de las aldeas del oriente de la población. Que conste, que de
esta clase de asuntos pasan inadvertidos lastimosamente, la mayoría de vecinos
del municipio, bien por ignorancia, por falta de consciencia cívica, de
voluntad o de amor al terruño.
Dentro de ese estado de cosas, con el objeto de complementar el acuerdo
de creación del municipio, con la fijación real de límites y comprobación del área territorial,
así como para aclarar las dudas existentes sobre la supuesta alteración que se
menciona, dicho de otra manera, sanear de una vez por todas el problema, fue
que la Honorable Corporación Municipal, administración 1960/62, de la que me
precio haber presidido como Alcalde, guiados sus integrantes por sus más
grandes sentimientos de patriotismo y responsabilidad en el ejercicio de la
función pública por el pueblo encomendada, y a mayor abundamiento, considerando
que era el momento oportuno de hacer historia, con un proyecto de tanta envergadura,
en pro del patrimonio del municipio, gestionó ante el gobierno de la república
presidido por el General Miguel Ydigoras Fuentes, LA DEMARCACIÓN FÍSICA DE SU ÁREA
TEERRITORIAL, la cual fue autorizada y realizada sin dilación, en tiempo record, por la Dirección
General de Cartografía a cargo del Ingeniero Manuel Ángel Castillo Barajas,
previos los estudios técnicos y trabajos de campo necesarios, así como la revisión y comparación de los
antecedentes históricos del caso, elaboro con base en los mismos, el mapa aéreo
fotogramétrico expeditivo que fija con precisión los límites jurisdiccionales
que determinan el área asignada al municipio, con fundamento en todo lo cual, y
llenados los demás requisitos legales, el Organismo Ejecutivo, emitió el
correspondiente acuerdo, ampliando el anterior de fecha 31 de agosto de 1908,
que dice:
“PALACIO NACIONAL:
Guatemala, 28 de Junio de 1962.
Visto para resolver
el expediente relacionado con los limites jurisdiccionales del Municipio de El
Jícaro, Departamento de El Progreso, creado por Acuerdo Gubernativo de fecha 31
de Agosto de 1908; y,
CONSIDERANDO:
Que el acuerdo
fechado el 31 de Agosto de 1908, si bien menciona los poblados que en esa época
debían integrar el nuevo municipio que se formaba, no fijó los límites
jurisdiccionales que permitieran demarcar físicamente el área asignada a
municipio de El Jícaro:
CONSIDERANDO:
Que la Dirección
General de Cartografía ha realizado el estudio y trabajos de campo necesarios y
que, con en los mismos, elaborado el mapa aéreo fotogramétrtico expeditivo que
fija con precisión los límites jurisdiccionales que determinan el área asignada
al municipio de El Jícaro;
CONSIDERANDO:
Que no obstante que
el Acuerdo Gubernativo del 31 de Agosto de 1908, no fijó los límites
municipales correspondientes, la municipalidad de El Jícaro ha ejercido desde
esa fecha su jurisdicción en el territorio que fija la presente disposición;
CONSIDERANDO:
Que las protestas
y peticiones hechas por algunos vecinos de las aldeas Los Bordos de Barrillas,
El Espíritu Santo, Lodechina, Las Anonas, Santa Rosalía, Agua Caliente, El
Tambor y El Pino, no tienen ningún fundamento legal, y han quedado desvirtuadas
por la Municipalidad de El Jícaro, en su sesión pública ordinaria que consta en
el acta numero 21 de fecha 9 de Septiembre de 1961, así como lo dictaminado por
el Ingeniero don Manuel Ángel Castillo Barajas, Jefe de Demarcaciones Internas
de la Dirección General de Cartografía, en su dictamen de fecha 8 de Febrero
del año en curso; que con respecto al terreno denominado “Sitio de Jesús” o
“Las Anonas” que los vecinos de las aldeas indicadas anteriormente, manifiestan
que pertenece a San Cristóbal Acasaguastlán, tampoco hay ningún problema, ya
que de este terreno, existe titulo librado a favor de la Municipalidad de El
Jícaro, inscrito en el Registro de la Propiedad Inmueble al número 6446, folio
119, del libro 8 de Zacapa.
POR TANTO:
El Presidente
Constitucional de la República.
ACUERDA:
1º. Ampliar el
Acuerdo Gubernativo de fecha 31 de Agosto de 1908, que creó el municipio de El
Jícaro, Departamento de El Progreso,
asignándole una área jurisdiccional aproximada de doce mil quinientas (12,500
Hts.), equivalentes a doscientas setenta y siete caballerías (277 caballerías),
comprendidas dentro de los límites municipales demarcados por la Dirección
General de Cartografía, que figuran en el mapa aéreo fotogramétrico expeditivo
elaborado por dicha institución para el efecto y cuya descripción es la
siguiente:
I) Con el municipio de San
Cristóbal Acasaguastlán, Departamento de El Progreso, la actual línea media del
Río Grande o Motagua, desde su intersección con la línea recta definida por los
mojones: <<Línea Férrea>> y <<El Remolino>>, hasta su
intersección con la línea recta definida por los mojones << La
Puente>>, <<Vega de Mercedes Marroquín>> y <<Cerro de
Uyús<<, siendo esta intersección mojón común entre los municipios de El
Jícaro y San Cristóbal Acasaguastlán Departamento de El Progreso;
Uzumatlán y Cabañas, Departamento de Zacapa.
II) Con el municipio de Cabañas,
por medio de líneas rectas definidas por los siguientes mojones: a) De la ultima intersección mencionada, al
mojón <<Vega de Mercedes Marroquín>> ; b) <Vega de Mercedes
Marroquín>---< La Puente>; c) <La Puente>----<Murciélago>;
d) <Murciélago>---<La
Laguneta>; e)< La Laguneta>---<El Morral>; f)<El
Morral>---<El Jobo>; g) <El Jobo>---<María Felipa>; siendo
el mojón <María Felipa> trifinio entre los municipios de El Jícaro,
Departamento de El Progreso; Cabañas, Departamento de Zacapa; y San Pedro
Pínula, Departamento de Jalapa.
III) Con el municipio de San Pedro
Pínula, por medio de las líneas rectas definidas por los siguientes mojones: a)
<María Felipa>; ---<Primer Encino>; b) <Primer Encino>---<Segundo
Encino>; c)<Segundo Encino>---< Tercer Encino>; d) <Tercer
Encino>--------<Pino Mocho o Pino Gacho>; e) z Pino Mocho o Pino
Gacho>---<Pila de Moscoso>; f)<Pila de Moscoso>---<Pino
Ralo>; siendo el mojón <Pino Ralo> trifinio entre los municipios de El
Jícaro, San Pedro Pínula y Jalapa.
IV) Con el municipio de
Jalapa, Departamento de Jalapa, por medio de líneas rectas definidas por los
siguientes mojones: a) <Pino
Ralo>---<Cuervo>; b) <Cuervo>--<Roble o Sillón>: siendo el
mojón <Roble o Sillón> trifinio entre los municipios de El Jícaro, Jalapa
y el Progreso.
V) Con el municipio de El
Progreso. Departamento de El Progreso, por medio de: a) una línea recta
definida por el mojón <Roble o Sillón> y el mojón < El Amate o Piedra
Rallada> localizado este último en la rivera del rio Ayanshagua, (Anshagua) b) La línea media del rio Ayanshagua, (Anshagua)
desde el mojón <Amate o Piedra Rallada> hasta el mojón <Zunzapote; c)
Por líneas rectas definidas por los siguientes mojones: “Zunzapote”--<Caobano>,
y <Caobano>---<Calzontes<; siendo el mojón <Calzontes>
trifinio entre los municipios de El Jícaro, San Agustín Acasaguastlán y El
Progreso.
VI) Con el municipio de
San Agustín Acasaguastlán, por medio de líneas rectas definidas por los
siguientes mojones: a) <Calzontes>---<Agua Shúca>; b)<Agua Shúca>---<Bejucal>(s.a.);c)
<Bejucal> (s.a.)<Casa>; d) <Casa>---<Línea Férrea>, y
del mojón línea férrea, por medio de una línea recta con dirección al mojón
< El Remolino> anteriormente mencionado, hasta su intersección con la
línea media del curso actual del Río Grande o Motagua, siendo esta intersección
mojón trifinio entre los municipios de El Jícaro, San Agustín y San Cristóbal
Acasaguastlán.
2º. El área pretendida por el municipio
de El Jícaro que en el mapa aereofotogramétrico expeditivo elaborado por la
Dirección General de Cartografía, aparece rotulado < Área de San Agustín
Acasaguastlán pretendida por El Jícaro>, y cuyos límites son las líneas
rectas definidas por los siguientes mojones: a) < Casa>---<Bejucal>
(s.a.); b) <Bejucal> (s.a.) <Agua Shuca> ; c) <Agua
Shuca>---<Calzontes>; d) <Calzontes>---<Callejón o
Aripín>; e) <Callejón o Aripín> ---<Bejucal> (j); f)
<Bejucal> (j)---<Casa>, queda confirmada como área dentro de la
jurisdicción municipal de San Agustín Acasaguastlán.
3º. La Dirección
General de Cartografía queda encargada de proceder oportunamente al respectivo
amojonamiento.
4º. El Presente
Acuerdo entrará en vigor el día siguiente de su publicación en El Diario
Oficial. COMUNIQUESE, YDIGORAS FUENTES,
El Ministro de Gobernación, GILDARDO MONZON PEULBE>>.”
Mapa aéreo del municipio de El Jícaro.
Cabe por tanto, a los habitantes
de El Jícaro, el privilegio de ser uno de los pocos municipios de la República,
que tienen arreglado conforme a derecho, la demarcación física de su área jurisdiccional,
límites y mojones perfectamente identificados, éstos últimos construidos
con basas de concreto, con los signos e identificaciones asignados por la
autoridad en la materia, para su fácil
localización en cualquier momento, por enterrados que pudiesen estar en el subsuelo y,
consecuentemente, la línea divisoria entre uno y otros de los municipios
colindantes, lamentando no obstante, que las pretensiones y alegatos de la
Municipalidad nuestra, respecto de la
supuesta alteración de una parte del límite oeste con San Agustín
Acasaguastlán, no hayan encontraron el eco deseado, según se lee del acuerdo
transcrito. Es esta pues, la mayor gestión que Municipalidad alguna haya podido
realizar en el municipio, a través del tiempo, equiparada solamente con la
magnitud de la obra de creación del
municipio.
Empero, es lamentable y triste a
la vez, que la Municipalidad y Fraternidad Jicareña, hayan dejado pasar por
alto de comentar, acerca de la demarcación física del municipio, o siquiera
aludir del logro con ello alcanzado, cuando celebraron en el 2008 el centenario
de su fundación, limitándose a hacer referencia al acuerdo de su creación, y no
al de ampliación que lo complementó, de ese avance significativo en materia de
territorio, tal vez por desconocimiento de los dirigentes del evento, un lapsus
calami, falta de coordinación o de voluntad política de una o ambas entidades,
o porque su propósito era simplemente el de celebrar por celebrar, sin
objetividad, menospreciando con ello, esa importante faceta de la vida del
pueblo, aprovechando la coyuntura de esa masiva concentración, para enterar con
satisfacción al vecindario ahí reunido, de la última innovación y estado geográfico actual de nuestra
jurisdicción, que dicho sea de paso, representa una obra de trascendencia, no
solo para los jicareños, sino por extensión, para los habitantes de los
municipios colindantes, según informaciones de vecinos de esas comunidades en
aquel momento y, aún, en la actualidad, cuando se comenta al respecto, porque a
decir verdad, no puede existir municipio jurídicamente hablando, faltando esos
elemento esenciales, léase territorio con límites precisos amojonados
legalmente, resultante de mediciones técnicas.
Lo anterior también, en
referencia lógica, de que si bien, en aquella época nuestros antepasados, nos
obsequiaron la independencia de nuestra patria chica, quizás por premura o porque a sus precursores solo les interesaba
el aspecto puramente político del momento, pasaron inadvertidos de la fijación
de límites y la masa física perimetral que debía conformarlos, con su
respectivo mapa, de tal manera que esa concesión o autonomía, fue a medias,
paticoja como se dice, que era preciso enmendar con el paso de los años, por
alguien visionario, a efecto de conformar un territorio con todos sus
requisitos legales, en el presente caso, justamente, el Concejo Municipal a que presidí, para nuestra tranquilidad, a
fin de no tener ya que soportar más problemas de su índole, en el futuro, como
venía ocurriendo.
Pienso y me congratulo de
hacerlo constar sin embargo, que la ascensión a categoría superior de la aldea, fue una acto
maravillo de civismo de nuestros congéneres antepasados, digna de admiración y
de reconocimiento que no pretendo desdeñar, solo señalar de refilón, la omisión
que en principio se cometió, situación que en hora buena, quedó arreglada en
definitiva, como se explica, toda vez que el acuerdo de demarcación vino a
complementar, dar forma y perfeccionar el de creación, que aún cuando este se
gestó con buena y sana intención, adolecía de algo de suyo importante dentro
del contexto jurídico, cuál era el deslinde y avivamiento territorial.
Es posible, que por no constituir
la demarcación, una obra abultada, más
bien abstracta, discreta, pero no por ello interesante, que por intangible e
imperceptible a simple vista, y no rebasar los límites de la superficie del
suelo, como acontece con otras materiales, que se alzan a los ojos de todos, un
edificio por ejemplo, pasa inadvertida y callada para muchos, aún cuando pudiera
darse el caso también, de falta de conocimiento, ignorancia o egoísmo de las
personas, de no querer comprender y reconocer los hechos tal cual son. Cosas de
humanos, ¿verdad?. Pero ahí está la descrita, consecuentemente plasmada en
documentos legítimos: un Acuerdo Gubernativo y mapa oficializados por el
Estado, que la respaldan legalmente, con sus basas de concreto que identifican
claramente los linderos y mojones respectivos, lo cual algún día la historia se encargará de
darle su importancia y colocarla en el lugar que realmente le corresponde y,
por eso mismo, los jicareños conscientes,
indudablemente, se servirán reconocer, como lo han venido haciendo agradecidas,
sucesivas generaciones desde un principio, con la
disposición de la creación del municipio, cuyo centenario se celebró.
Sin perjuicio de que el mapa oficial del municipio, es el elaborado y
autorizado por la Dirección General de Cartografía, con motivo de la demarcación
de que se trata, he creído conveniente para una mayor comprensión visual,
referencia e identificación de datos útiles, así como la ubicación de poblados,
parajes, ríos y vías de comunicación, incluir también en este texto, fotografía
de un mapa provisional, pero oficial en su momento, elaborado por la
municipalidad de 1942, con ocasión del levantamiento del inventario físico de
caminos de tercer orden, vecinales y de herradura del municipio, conforme el
acuerdo gubernativo del 5 de junio de ese mismo año, con sus respectivos signos
convencionales, el cual, con muy poca diferencia, se parece con el de
Cartografía, a pesar de haber sido elaborado fuera de escala, en forma empírica,
pero útil e interesante, cuyo inventario se publica también en este libro, dada
su importancia por los intereses patrimoniales del territorio, que representa y
como parte de la historia.
Es importante mencionar, que dentro del
trámite de demarcación, fue preciso librar tenaz lucha en las dependencias
gubernamentales correspondientes, que por momentos se debilitaba, ante la
ilegítima intromisión y absurda oposición, a la vez, del Alcalde de turno, de
San Cristóbal Acasaguastlán, por su notoria falta de personalidad y personería en el
asunto, por ser este de la exclusividad
interna y autónoma de nuestro municipio, así como de un reducido grupo, a lo
sumo de diez personas, intrigantes, venales, de sobra conocidos y hasta cierto
punto traidores, de varias aldeas del oriente del municipio, quienes
tergiversando el verdadero sentido de nuestra gestión, aducían que el terreno
Las Anonas o Sitio de Jesús, era propiedad de aquella Municipalidad y lo que el
Alcalde de El Jícaro pretendía, era vender el bien inmueble citado, por lo que
rechazaban de plano la intervención gubernamental en la demarcación solicitada,
cuyas protestas y peticiones por notoriamente frívolas e impertinentes, fueron
declaradas sin lugar, por ajenas al propósito que se perseguía, de suerte que
dentro de las pruebas presentadas, figuró la de
que el citado terreno está inscrito con todas las de ley, a favor de la
Municipalidad de El Jícaro, en el Registro de la Propiedad Inmueble, como se
indica anteriormente. Por supuesto que los vecinos opositores fueron
manipulados y engañados por ávidas terceras personas de adentro y fuera del
municipio, en el marco de los intereses políticos partidarios, que se disputaban
en el momento, como a mansos e ingenuos
corderitos, pero fracasaron en su vanos
intentos de desestabilización, no obstante las repetitivas, oportunas y
contundentes aclaraciones nuestras, al respecto.
Parte de lo dicho anteriormente, se confirma con el acta
número 322 de fecha 20 del mes de julio de 1961, suscrita en la Gobernación
Departamental, con la presencia del Gobernador, Coronel Manuel Adalberto Rivera
Mérida, los Alcaldes de El Jícaro, San Cristóbal y San Agustín Acasaguastlán,
Carlos Egberto Casasola Saavedra, Héctor M. Ruíz Victoria y Efraín Sánchez P.,
respectivamente, con la asistencia del Secretario Fernando Octavio Catalán
Orellana, en cuya audiencia el segundo de los nombrados se opuso rotundamente
al trámite de demarcación, respaldado por sendos memoriales firmados por vecinos
de las aldeas mencionadas. Es de hacer notar, que en ningún momento se trató de
un problema entre el noble pueblo de San Cristóbal Acasaguastlán, nuestra
antepasada patria chica y el nuestro, sino de más de alguien líder político disociador
ajeno al departamento, que pretendía llevar agua a su molino para sumar adeptos en su posición de pre
candidato a diputado y por el prurito de fastidiar.
Es curioso, sin embargo, que los vecinos de las referidas aldeas,
quienes en buen número son usuarios del sitio Las Anonas o de Jesús, o sus
descendientes, a estas alturas, demostrando sus agallas, no hayan alzado su voz
de protesta, haciendo valer sus derechos conculcados, desde el preciso instante,
en que cierta Municipalidad y otros involucrados, en forma ilegal y hasta
cierto punto de traición, vendieron simuladamente, --porque aparentemente, no hubo dinero de por
medio, por lo menos ingresado en la caja de la Tesorería Municipal--, fracciones
de dicho terreno a personas particulares, desmembradas del título original, que
ha quedado por tal motivo, prácticamente cercenado, para fines que no eran
precisamente los de adquirir propiedad y dominio en sentido estricto, sino para
utilizar esos documentos como aval para conseguir préstamos hipotecarios en
algunos bancos del sistema, haciéndolos pasar para demostrar “legítima pertenencia del inmueble”, pues los
supuestos compradores nunca asumieron la posesión de los terrenos, pero
mientras tanto, subsiste un serio problema costoso de dilucidar, en razón de
que algunos de los supuestos compradores, son fallecidos y, por ende, resulta
imposible a estas alturas revertir la anómala operación, a su legítima
propietaria, la Municipalidad, y lograr su recuperación, pudiéndose, eso sí, promover
algunas diligencias contra quienes aún viven o sus descendientes, máxime que
los contratos están plagados de vicios ocultos que los hacen nulos de pleno
derecho, sobre cuyos contratos de “compra-venta”, existe responsabilidad penal
también, para el o los notario que los autorizaron, a sabiendas que no son
factibles los negocios de bienes patrimonio del Estado, así nada más de facilito,
sin los trámites específicos previos que demandan estos casos, conforme a leyes
de la materia.
Ante tan penosa circunstancia,
como ciudadano nato de esta tierra, sabedor de ese inaudito problema, como
público lo es, insto por un lado, a los supuestos compradores, a que depongan
su posición de falsos propietarios y devuelvan lo acotado a su legítima dueña, porque tarde o temprano el
municipio reaccionará, y como consecuencia, se verán inmersos en problemas
judiciales no deseados, cuyas personas, considero, no actuaron con ánimo de lucro o de dolo para delinquir por
propia iniciativa, para su directa inculpación, por el contrario, pudo haber
sido por mal asesoramiento o embaucados con la participación de terceros con
aviesos intereses, porque en conciencia, es más responsable quien con
conocimiento de causa, vende lo que no es suyo, es decir, lo que tiene
en depósito por administración temporal, en este caso, la Municipalidad
de la época, qué, quienes adquirieron
esos bienes en tal forma. Y por aparte, a la Municipalidad local llamo la atención,
para que cumpla con la función de su mandato, promoviendo inmediatamente, en defensa de los derechos e intereses
del pueblo que representa, ahora detentados, la nulidad de esas transacciones ilegales, toda
vez que los bienes del Estado, son inalienables por simple acuerdo interno
municipal, disposición unilateral o
simple alcaldada de funcionario de turno de repente, salvo trámite específico
por utilidad y necesidad públicas, debidamente comprobadas, con el aval del pueblo
en un cabildo abierto, lo que hace pensar que ese estado de cosas, se dio,
además, como una forma irresponsable de congraciamiento con determinados
sujetos, para la captación de votos o para hacer préstamos para costear
elecciones municipales, de determinados candidatos.
EXTENSIÓN TERRITORIAL. La extensión superficial del municipio, anteriormente era
de 228 caballerías, 47 manzanas y 8 cuerdas, según datos registrados en la
Dirección General de Estadística, pero, tras la última medición efectuada por
la Dirección General de Cartografía, con
motivo de la demarcación que se refiere, la extensión real del territorio, es
ahora de: 12,500 hectáreas, equivalentes a 277 caballerías, por lo que los
datos primeramente mencionados han dejado de tener vigencia, prevaleciendo
estos últimos, en vista que Cartografía, ahora Instituto Geográfico Nacional,
es la dependencia oficial especifica del Estado, en asunto de mediciones y
mapeo. Con tales operaciones se estableció así mismo, en términos generales, un
aumento de 49 caballerías, con relación al dato anterior, así como colindancia por
el rumbo nororiente, con el municipio de Uzumatlán, Zacapa, ignorada antes,
observándose de consiguiente, buena recuperación de área territorial con esta
última medida, gracias a la avanzado de la ingeniería moderna.
ALERTA. Por mera coincidencia, buscando asuntos de mi interés en
Internet, encontré una investigación del Ingeniero Agrónomo Nery Augusto Paz
Barrientos, relacionada con El Jícaro, en donde indica que el límite de nuestro
municipio con el de Jalapa, varió en los puntos siguientes: “de la cima del
cerro Almolonga, que constituye el límite departamental, en una poligonal hacia
el este a la cima del cerro Montepeque, de allí al paraje El Terreno hasta el
paraje Portezuelo del Incienso, al lado sur del cerro El Incienso y de este
punto, a la poligonal que en dirección sureste va a la cima del cerro Alto, que
ha pertenecido a Jalapa”, situación en la que estuvo involucrado el Instituto
Nacional de Transformación Agraria (INTA) y el Congreso de la República, que
emitió el decreto número 23-74 de fecha 25 de abril de 1974, publicado en el
diario oficial del 6 de mayo de dicho año. Por lo anterior, sería conveniente
que la Municipalidad local investigara acerca de las operaciones efectuadas por
el Instituto Nacional de Transformación Agraria (INTA) o el Instituto
Geográfico Nacional en esa época, sobre los límites mencionados, que pudieran
favorecer o no a nuestro municipio, aunque a mí, en lo personal, no me suenan
esas colindancias, por lo que pudiera tratarse de mediciones no territoriales intermunicipales
o de expropiaciones.
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