domingo, 18 de marzo de 2012

Capitulo X Religión


CAPITULO X
R E L I G I Ó N

LA RELIGION. Forma parte importante del desenvolvimiento social y cultural de los habitantes de El Jícaro, transmitida de generación en generación, desde épocas remotas, después de la conquista española, cuando el vecino e histórico municipio de San Cristóbal Acasaguastlán, del cual El Jícaro era floreciente aldea, fue asiento de un bien organizado Corregimiento y cabeza de curato, que además de las funciones políticas propias de su alto rango, ejercía influencia de la religión católica en toda la región,  a través de sus clérigos, pudiéndose equiparar esa institución, a lo que hoy día es una diócesis, me refiero al curato; por lo que al hablar de nuestro terruño ineludiblemente hay que traer a cuenta hechos del primitivo pueblo de Acasagiastlán, porque también es historia nuestra,  especialmente en temas como el presente.

IGLESIA DE GUASHTÁN. Testimonio de su existencia, lo constituye la monumental iglesia colonial que casi en ruinas, restaurada varias veces, se levanta majestuosamente en el claro horizonte del histórico poblado,  evocando el poder religioso que cobijó en su seno, en aquellos tiempos, cuyas costumbres religiosas fueron traspasadas a nuestro terruño, y que en la actualidad, se practican con devoción en todos los eventos de su clase.

EL ORATORIO DE EL “TINTERO”. Inicialmente, la feligresía católica local, con frecuencia, pero especialmente para los días de la Semana Santa, se hacía presente en el templo de Acasaguaastlán. para participar en los distintos actos religiosos y solemnes procesiones o rendir culto al o los santos de su devoción, pues en El Jícaro no había iglesia aun, siendo hasta la década de los años 1930, que se abrió para  el terruño, una era de avance para la fe cristiana, con la construcción, en la hacienda “El Tintero”, de un Oratorio, dotado de un sencillo altar y sus principales imágenes: La Virgen María, Jesús Nazareno y el Niño Dios, no obstante mucha gente continuaba asistiendo a aquella iglesia primitiva por la costumbre arraigada de muchos años, reconociendo que la presencia de los herederos de don Chema Orellana, principalmente doña Meches esposa del General Ex presidente y su hija Leonor, le daban mayor prestancia y solemnidad a los actos que constantemente se celebraban, inclusive, misas, bautizos, procesiones y rezos, con el apoyo de distinguidas damas católicas de la localidad, actividades que declinaron tras el fallecimiento de ambas y la destrucción de la citada capilla con el desafortunado terremoto del 76.

LA FAMILIA ORELLANA FLORES. Venía a estarse en su finca los últimos meses del año, cuando el clima fresco aquí les era favorable, a disfrutar de las muchas bondades de su finca y del pueblo en general, de su fiesta titular y del río Motagua, al que acudían a los baños cotidianos, las damas subidas en el transporte de la época, las tradicional carretas de bueyes, que les preparaba el administrador José Martín Orellana. Doña Leonor, era solidaria con la gente y le daba realce a las fiestas.

COMPETENCIAS DE BOXEO. Su estadía era también compartida por algunos vecinos, especialmente la muchachada, que acudía a competir en las peleas de boxeo, del cual eran aficionados los hermanos Castillo y Catalán, y  subir en el palo encebado que se improvisaban, amén de los alegres conciertos en el parque de la hacienda,  momentos a los que no faltaba el “Coronel Galdámez”, personaje divertido que con unos cuantos tragos entre pecho y espalda, enllantado por alguno de los presentes, con su natural jerigonza, hablaba muladas, que hacían reír a  carcajadas al grupo, haciéndose acompañar regularmente de su mujer, Chala, buenas personas los dos. Las instalaciones de esa finca eran muy amplias y bonitas, llenas de jardines por todos lados, dentro de la cuales se ubicaba el Oratorio.

LA IGLESIA DEL PUEBLO.  Pocos años después, gracias a la iniciativa y acción desplegada por un comité de vecinos  que dirigía Gaudencio Morales Barillas, quien dicho sea de paso no tenía religión, quizás participaba por 
mero altruismo, se inicio la construcción de la 
Iglesia católica remodelada de la localidad.           
actual iglesia, en el barrio de Buenos Aires, la que poco a poco fue cobrando forma con las directrices de otros distinguidos

jicareños hasta que por fin a fuerza de múltiples sacrificios, se dio término a la misma poniéndola al servicio de la feligresía católica, gracias a Dios siendo, ahora, debidamente remodelada, una verdadera joya arquitectónica, que embellece a el pueblo, y porque el oratorio de la hacienda El Tintero, con el tiempo, ya no era suficiente, aparte de que con  el fallecimiento de las dueñas Doña Meches y de su hija Leonor, quienes en vida, mantuvieron vivo el fervor religioso, dando todo su apoyo  para  el uso del mismo, dejó de funcionar, hasta que el terremoto de 1976 lo destruyó totalmente.
CATÓLICAS DE VERDAD. El liderazgo o dirigencia humana, en la actividad pública o religiosa, se da por generaciones, por ello vemos en determinadas épocas la participación de destacas figuras en el desarrollo del catolicismo local, verbigracia: la señora Higinia Barillas, Clara 


Procesión  del Santo Entierro en Semana Santa. 
Arrivillaga y otras, a mediados del siglo XX, casi 
  
fanáticas. Posteriormente  bastante activas, surgieron, incluso, para la construcción y remodelación de  templo del pueblo:

Vilma Orellana Peralta, y su madre Hortensia, Blanca Orellana Escobar, Jovita oliva Ibáñez, Laura Espinosa, Alicia Orellana, Marilú Casasola, María y Licely Morales Venegas, así como Chinda Larios del Ojo de Agua, quienes no escatimaron esfuerzo alguno a efecto de mantener vivo el espíritu de devoción y religiosidad, promoviendo campañas de recaudación voluntaria y, a la vez de catequización, juntamente con el párroco de turno, o solas, todas personas altruistas, dispuestas siempre a consolar y ayudar al prójimo, integrantes del grupo de rezadoras adhonorem del pueblo por muchas décadas, ya fuera en actividades de la grey propiamente dichas o en rezos de cortejos fúnebres, nueve días o cabo de año de personas fallecidas, de las mencionadas algunas activas todavía. Enseguida, ya en tiempos modernos, correspondió el turno a  líderes espirituales, de la  congregación carismática “de colores” conformada por Marco Tulio Ayala, Tono Casasola Saavedra, Víctor Hugo Orellana, Efraín Juárez, Arnulfo Guerra, Chus Cardona etc., prestando su cooperación en todas las actividades de la iglesia y, actualmente, valga la multiplicidad, bastante visibles, según se observa, siempre la pareja inseparable de Maco y Marilú, Elma Oliva Cordón, Julio Gutierrez Juárez, Las España, Arnulfo Guerra y otros. Y es que de verdad sucesivamente se van integrando a esa misión con el paso del tiempo otras personas en la brega de esas actividades de fe que dan paz espiritual.
Dentro de las muchas celebraciones de  la iglesia católica, está la de Semana Santa, en la que además de las solemnes procesiones, reconocidas por el Arzobispado, a nivel nacional, sobresalen las que simulan el Vía Crusis, el jueves Santo y la del Santo Entierro, el viernes de dolores, en esta última, es llevado Jesús, reposado en su urna de cristal, en el anda especial ornamentada, cargada por los fieles cucuruchos, que se mece al ritmo cadencioso del sonar de un tambor, por las calles del poblado: tan.. tantan, se escuchan pausadamente los tristes toques de ese instrumento, mientras el cortejo se encamina a paso lento, compungido por el acto que se evoca, en evidente silencio sepulcral y el olor trascendente del humo de incienso y copal de santo que invade el ambiente y la flama de candelas en serie que iluminan el entorno procesional; contándose además, la competencia de bellas alfombras que habilidosas manos de hombres y mujeres elaboran con antelación en lugares estratégicos, en honor de la imagen mayor; efímero trabajo artesanal, que termina con el paso del masivo cortejo que al santo devoto acompaña, pero de mucho orgullo y satisfacción para los participantes.
Por algún tiempo, el sábado de gloria, como una tradición popular, se leyó el testamento de “judas”, que alguien en particular o un grupo definido, redactaba anónimamente o a las claras, ridiculizando a muchas personas que daban motivos en la vida social, con expresiones jocosas, pero algunas veces se les iba la mano, por las referencias de la vida privada que hacían de la gente, llevando al emulo de judas en un borrico por todas las calles del pueblo, que al final, como represalia por haber vendido a su amo Jesús, era linchado y despedazado a la vista de todos o simplemente colgaban su cuerpo destartalado en alguno de los palos de al lado, en señal de ahorcamiento,  costumbre que a la fecha ha desaparecido. También se le veía pasar amarrado en los vagones del ferrocarril.

PARRÓCOS. Sin embargo, ha sido difícil a través de los años, lograr la permanencia de un párroco para la iglesia citadina, pues a partir del primer titular, más o menos por el año 1950, el padre David Arbizú, seguido por Francisco Porras, cura éste fuera de serie, bastante joven, liberal y amigo que  compartía con la muchachada actividades del pueblo y hasta comilonas de gallinas, distinto  a los demás, y el que atiende actualmente, ha habido muchos interinos que solo vienen a desempeñarse por corta temporada y se largan para otra iglesia, tal vez por la dificultad que encuentran en la catequesis, dejando el ministerio a merced de algún sacerdote vecino, regularmente el de Sn Agustín o Sn Cristóbal Ac., que de vez en cuando viene a atender la iglesia, pero de todas maneras se  mantienen los servicios y la fe a través de los sermones que pregonan.
La gente nuestra, según  lo explicaba el padre Arbizú, es muy reacia a recibir las enseñanzas de la Biblia, y tal vez tenga razón, pero la realidad para algunas personas, incluyéndome, es que, convertirse al catolicismo o al evangelio, no es cosa fácil, porque ello significa un acto de total sinceridad, de entrega, de sacrificio y de sometimiento a los designios de su máxima expresión, Dios, y de las Sagradas Escrituras que las rigen, debiendo como consecuencia, renunciar a todo lo malo, para dar paso al ejercicio del bien común, en toda su extensión, pues no es válida la persistencia  del pecado, como suele ocurrir en muchos casos, de personas que se  jactan de tal, portando sendas Biblias bajo el brazo y cargando imágenes de famosas iglesias, con grandes  lujos y pompa, para semana Santa, por ejemplo, engañándose a sí mismas, para caer en la triste situación de traidores, como Judas Iscariote lo fue, y de repente, pregonando: “yo soy cristiano, creo en Dios, pero la respuesta es que: Él no cree en ellos”. Porque sabido es, que existen individuos ignorantes, pícaros de por sí, que abrazan o se escudan en una religión, para simplemente “esconder” sus malos pensamientos y malas acciones  o  por vanidad. En tal caso, sería mejor, como indica el refrán: “no meterse a camisa de once varas”, si no se puede cumplir, asumiendo, que el pecado es parte de la  naturaleza misma y que el temor y obediencia al Ser Supremo, lo detiene, y concede paz, tranquilidad y gozo espiritual, pero con fidelidad. Por eso, en lo que a mí concierne, yo soy mi  religión y mi propia Iglesia, por qué creo firme y vehemente  en Dios  y en la Madre Naturaleza.

ANÉCDOTA. Un acontecimiento sobre este tema da cuenta que, cuando se realizaban actos religiosos en el Oratorio de el Tintero, por la década de los 40 del siglo pasado, un sacerdote capitalino que vino a oficiarlos, con la venia del titular, se negó a continuar con los muchos bautizos programados alegando situaciones que no venían al caso, y la feligresía presente, enfurecida, después de reclamarle su proceder y hacerlo recapacitar, con resultados infructuosos, en acciones tumultuarias, arremetió contra el cura, montándolo en el tren y sacándolo del pueblo de regreso abucheado en multitudinaria manifestación, escapándose de ser vapuleado, de no haber sido por la oportuna intervención de más de alguna persona influyente.

IGLESIAS EVANGÉLICAS. Por todo el municipio, en donde existe un caserío o una aldea, hay también una iglesia evangélica, de cualesquiera creencias, aunque sea sencilla, cuya misión principal como es sabido, consiste en la enseñanza de su doctrina, con énfasis en la prédica del bien común y en la moralización de sus                                             
Iglesia Evangélica Sinaí. 
fieles, como factores determinantes para una vida llena    de armonía, paz y tranquilidad, amándonos los unos a los otros, teniendo como máxima inspiración a Dios, como ser    supremo del universo, predican ellos.

Por supuesto que no fue fácil su penetración en el municipio, como no lo fue, en principio, en toda la comarca, debido a la raigambre que mantenida la religión católica, por la existencia  por muchos años, post conquista, del Curato adscrito al Corregimiento de Acasaguastlán, que ejercía agresiva influencia en la catequesis, atrayendo rápidamente a los habitantes, siendo por lo tanto, lento el ingreso de los protestantes, especialmente de los llamados testigos de  Jehová procedentes de Chiquimula, allá por la década de los 20 del siglo anterior, con la presencia de fogosos oradores como Ladislao Ortega, Antonio Sosa, Melquiades Casasola y Oscar Barrientos, como pastores, albergados en una humilde casita, como capilla, botada con el tiempo para dar cabida a la construcción de un moderno edificio de hermosa fachada, con campanario anexo,  bajo la dirección de un magnífico albañil de la capital de nombre Gregorio García, padre de Julio Chávez, en la década de los 40 del siglo citada, en el predio situado en la esquina opuesta del sitio, ahora, de los herederos de doña Lola Castillo; artesano que además, construyó varias bonitas casas  en la población, lamentablemente, destruías todas, por el terremoto del 76. Han habido unos pocos falsos pastores.
 La campana de esa primitiva iglesia, aunque parezca raro la existencia de ese instrumento, en estos tiempos, rigurosamente, feligrés alguno, la hacía sonar alegremente, entrando  la noche, llamando a los fieles a asistir al culto del momento, a oración a la hora del crepúsculo,  cuyos eventos en ese tiempo eran acompañados de música selecta, suave, que transportaba el ánimo de quienes la escuchaban a dimensiones celestiales, que un diestro ejecutaba con un instrumento antiguo llamado armonio, contrario a lo que es hoy día con el súbito cambio de sus reglas, cundo la música utilizada para esos  actos, en su mayor parte, es  movida, al estilo ranchera o popular, “alegre”, dicen unos, de las nuevas “generaciones” dicen otros, pero de todas maneras contagiosa y provocadora, aunque con letra, eso sí, relativa a la grey, pues casi en todas sus estrofas se menciona a Dios, al Señor, al Salvador o a Jesús  Cristo y Rey.
 Algo novedoso de esta iglesia era, que de vez en cuando, realizaba alegres  congregaciones que colmaban las calles del pueblo, de feligreses de todas partes de la región, lo que ameritaba el destace de una enorme res para dar de comer a la multitud visitante. En la población existe actualmente una iglesia evangélica relativamente nueva, bastante formal, que dirige Gustavo Carranza Casasola, a la que acuden los días de servicio regular número de siervos a la práctica de sus ritos religiosos.

COMPETENCIA RELIGIOSA. Predomina la religión católica, pero la evangélica, avanza a pasos agigantados, tal vez porque sus dirigentes son más penetrantes con la gente, ellos  en su afán de catequizarlos llegan a las personas, en sus propias casas de habitación o donde se encuentren, y los curas los esperan en su iglesia,  en horario determinado y todo servicio: bautizos, misas, matrimonios, etc., los hacen previo pago de alguna cuota y, aunque los otros también, son más condescendientes. Lo único anómalo de esta ultima religión o secta como la llaman algunos, es que los pastores, con algunas raras acepciones, son personas no preparada,  que apenas leen la biblia, mucho menos interpretarla, actuando algunas veces de buena fe y, otras, por congraciarse consigo mismo, haciéndose patente el refrán que dice: “yo creo en Dios, pero Dios no en ellos.”; pero como en toda religión, hay bueno y malo, pero más bueno que lo último. Fieles creyentes de los evangelios fueron en su tiempo los clanes familiares  que yo recuerdo, de Ladislao Ortega, su hijo el Licenciado en Teología Augusto Ortega Alvarado, bastante destacado, seguido de Dolores Mejía, Guillermo Godínez, Zenón Morales, quien falleció a los 110 años, Arcadio Orellana, Indalecio Duarte, Antonio Grajeda y otros, todas personas de bien.

EL 15 DE ENERO. En la población, durante mucho tiempo, se celebró como festividad del catolicismo, el día del  Señor de Esquipulas, el 15 de enero de cada año, en casa de la señora Higinia Barrillas, así  cariñosamente llamada esta devota persona, en el predio que ahora ocupa la casa de Blanca Galdámez, con cantos y oraciones relativas al evento, repartiéndose al final, a pesar de su pobreza, buenas tazas y “atoladas” de shuco (atol de maíz fermentado y después cocido), a la multitud que se hacía presente a los rezos. Dicha señora tenía su particular forma de vestir, usando faldas hasta los tobillos y zapatos altos de hombre, de los llamados “burros”. Fumaba “puros” y era muy estricta; fue por muchos años, hasta su muerte, la partera del pueblo.
LA SANTA CRÚZ. Por el estilo, también se celebraba con júbilo y fervor religioso en Buenos Aires por muchos años, como festividad propia del barrio, el día de la  Santa Cruz, el 3 de mayo de cada año, que se prolongaba por dos días más, estableciéndose en las cercanías de la ceiba y una fuente (pila) circular que ahí existió, champas que albergaban comedores y otros negocios e incluso se establecían loterías y juegos mecánicos, cuya muchedumbre se congregaba en casa de Clara Arrivillaga (señora Clara), así cariñosamente llamada, en donde lo mismo que la anterior se ofrecían cumplidos ritos religiosos relacionados con ese magno día, se repartía shuco a los asistentes y se daba de fumar a los adictos cigarrillos “pata de coche” y en definitiva se vivía un ambiente de verdadera fiesta, casi hasta el amanecer, resaltando en todo momento la voz ronca de doña Clara al final de cada oración, con el ”amen” y el “ora pro novis” y “maría concebida”.
 Por esta época también se montaba cada año, un acto de cultura popular, que consistía en exhibir por todo el pueblo a dos sujetos que representaban al “Invierno” y “Verano”, vestidos con hojas verdes y secas de plátano, cada uno,  bañándoles los seguidores de agua por cubetadas, con alegres expresiones jocosas alusivas al evento,  en todo su recorrido, que tenía como moraleja despedir el verano y reclamar el invierno inmediato, como una tradición propia de la región.  

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