CAPITULO X
R E L I G I Ó N
LA RELIGION. Forma parte importante del
desenvolvimiento social y cultural de los habitantes de El Jícaro, transmitida
de generación en generación, desde épocas remotas, después de la conquista
española, cuando el vecino e histórico municipio de San Cristóbal
Acasaguastlán, del cual El Jícaro era floreciente aldea, fue asiento de un bien
organizado Corregimiento y cabeza de curato, que además de las funciones políticas
propias de su alto rango, ejercía influencia de la religión católica en toda la
región, a través de sus clérigos,
pudiéndose equiparar esa institución, a lo que hoy día es una diócesis, me
refiero al curato; por lo que al hablar de nuestro terruño ineludiblemente hay
que traer a cuenta hechos del primitivo pueblo de Acasagiastlán, porque también
es historia nuestra, especialmente en temas
como el presente.
IGLESIA DE GUASHTÁN. Testimonio de su
existencia, lo constituye la monumental iglesia colonial que casi en ruinas,
restaurada varias veces, se levanta majestuosamente en el claro horizonte del
histórico poblado, evocando el poder
religioso que cobijó en su seno, en aquellos tiempos, cuyas costumbres religiosas
fueron traspasadas a nuestro terruño, y que en la actualidad, se practican con
devoción en todos los eventos de su clase.
EL ORATORIO DE EL “TINTERO”. Inicialmente,
la feligresía católica local, con frecuencia, pero especialmente para los días
de la Semana Santa, se hacía presente en el templo de Acasaguaastlán. para
participar en los distintos actos religiosos y solemnes procesiones o rendir
culto al o los santos de su devoción, pues en El Jícaro no había iglesia aun,
siendo hasta la década de los años 1930, que se abrió para el terruño, una era de avance para la fe cristiana,
con la construcción, en la hacienda “El Tintero”, de un Oratorio, dotado de un
sencillo altar y sus principales imágenes: La Virgen María, Jesús Nazareno y el
Niño Dios, no obstante mucha gente continuaba asistiendo a aquella iglesia
primitiva por la costumbre arraigada de muchos años, reconociendo que la
presencia de los herederos de don Chema Orellana, principalmente doña Meches
esposa del General Ex presidente y su hija Leonor, le daban mayor prestancia y
solemnidad a los actos que constantemente se celebraban, inclusive, misas,
bautizos, procesiones y rezos, con el apoyo de distinguidas damas católicas de
la localidad, actividades que declinaron tras el fallecimiento de ambas y la destrucción
de la citada capilla con el desafortunado terremoto del 76.
LA FAMILIA ORELLANA FLORES. Venía a estarse
en su finca los últimos meses del año, cuando el clima fresco aquí les era
favorable, a disfrutar de las muchas bondades de su finca y del pueblo en
general, de su fiesta titular y del río Motagua, al que acudían a los baños
cotidianos, las damas subidas en el transporte de la época, las tradicional
carretas de bueyes, que les preparaba el administrador José Martín Orellana.
Doña Leonor, era solidaria con la gente y le daba realce a las fiestas.
COMPETENCIAS DE BOXEO. Su estadía era
también compartida por algunos vecinos, especialmente la muchachada, que acudía
a competir en las peleas de boxeo, del cual eran aficionados los hermanos
Castillo y Catalán, y subir en el palo
encebado que se improvisaban, amén de los alegres conciertos en el parque de la
hacienda, momentos a los que no faltaba
el “Coronel Galdámez”, personaje divertido que con unos cuantos tragos entre
pecho y espalda, enllantado por alguno de los presentes, con su natural
jerigonza, hablaba muladas, que hacían reír a
carcajadas al grupo, haciéndose acompañar regularmente de su mujer,
Chala, buenas personas los dos. Las instalaciones de esa finca eran muy amplias
y bonitas, llenas de jardines por todos lados, dentro de la cuales se ubicaba
el Oratorio.
LA IGLESIA DEL PUEBLO. Pocos
años después, gracias a la iniciativa y acción desplegada por un comité de
vecinos que dirigía Gaudencio Morales
Barillas, quien dicho sea de paso no tenía religión, quizás participaba por
mero altruismo, se inicio la construcción de la
Iglesia católica remodelada de la localidad.
actual iglesia, en el barrio de
Buenos Aires, la que poco a poco fue cobrando forma con las directrices de otros
distinguidos
jicareños hasta
que por fin a fuerza de múltiples sacrificios, se dio término a la misma
poniéndola al servicio de la feligresía católica, gracias a Dios siendo, ahora,
debidamente remodelada, una verdadera joya arquitectónica, que embellece a el
pueblo, y porque el oratorio de la hacienda El Tintero, con el tiempo, ya no
era suficiente, aparte de que con el
fallecimiento de las dueñas Doña Meches y de su hija Leonor, quienes en vida,
mantuvieron vivo el fervor religioso, dando todo su apoyo para
el uso del mismo, dejó de funcionar, hasta que el terremoto de 1976 lo
destruyó totalmente.
CATÓLICAS DE VERDAD. El liderazgo o dirigencia humana, en la
actividad pública o religiosa, se da por generaciones, por ello vemos en
determinadas épocas la participación de destacas figuras en el desarrollo del
catolicismo local, verbigracia: la señora Higinia Barillas, Clara
Procesión del Santo Entierro en Semana Santa.
Arrivillaga y
otras, a mediados del siglo XX, casi
fanáticas. Posteriormente bastante activas, surgieron, incluso, para la
construcción y remodelación de templo del pueblo:
Vilma Orellana Peralta, y su madre
Hortensia, Blanca Orellana Escobar, Jovita oliva Ibáñez, Laura Espinosa, Alicia
Orellana, Marilú Casasola, María y Licely Morales Venegas, así como Chinda Larios
del Ojo de Agua, quienes no escatimaron esfuerzo alguno a efecto de mantener
vivo el espíritu de devoción y religiosidad, promoviendo campañas de
recaudación voluntaria y, a la vez de catequización, juntamente con el párroco
de turno, o solas, todas personas altruistas, dispuestas siempre a consolar y
ayudar al prójimo, integrantes del grupo de rezadoras adhonorem del pueblo por
muchas décadas, ya fuera en actividades de la grey propiamente dichas o en
rezos de cortejos fúnebres, nueve días o cabo de año de personas fallecidas, de
las mencionadas algunas activas todavía. Enseguida, ya en tiempos modernos,
correspondió el turno a líderes
espirituales, de la congregación carismática
“de colores” conformada por Marco Tulio Ayala, Tono Casasola Saavedra, Víctor
Hugo Orellana, Efraín Juárez, Arnulfo Guerra, Chus Cardona etc., prestando su
cooperación en todas las actividades de la iglesia y, actualmente, valga la
multiplicidad, bastante visibles, según se observa, siempre la pareja
inseparable de Maco y Marilú, Elma Oliva Cordón, Julio Gutierrez Juárez, Las
España, Arnulfo Guerra y otros. Y es que de verdad sucesivamente se van
integrando a esa misión con el paso del tiempo otras personas en la brega de
esas actividades de fe que dan paz espiritual.
Dentro de las muchas celebraciones de la iglesia católica, está la de Semana Santa,
en la que además de las solemnes procesiones, reconocidas por el Arzobispado, a
nivel nacional, sobresalen las que simulan el Vía Crusis, el jueves Santo y la
del Santo Entierro, el viernes de dolores, en esta última, es llevado Jesús, reposado
en su urna de cristal, en el anda especial ornamentada, cargada por los fieles
cucuruchos, que se mece al ritmo cadencioso del sonar de un tambor, por las calles
del poblado: tan.. tantan, se escuchan pausadamente los tristes toques de ese
instrumento, mientras el cortejo se encamina a paso lento, compungido por el
acto que se evoca, en evidente silencio sepulcral y el olor trascendente del
humo de incienso y copal de santo que invade el ambiente y la flama de candelas
en serie que iluminan el entorno procesional; contándose además, la competencia
de bellas alfombras que habilidosas manos de hombres y mujeres elaboran con
antelación en lugares estratégicos, en honor de la imagen mayor; efímero
trabajo artesanal, que termina con el paso del masivo cortejo que al santo devoto
acompaña, pero de mucho orgullo y satisfacción para los participantes.
Por algún tiempo, el sábado de gloria, como
una tradición popular, se leyó el testamento de “judas”, que alguien en
particular o un grupo definido, redactaba anónimamente o a las claras,
ridiculizando a muchas personas que daban motivos en la vida social, con
expresiones jocosas, pero algunas veces se les iba la mano, por las referencias
de la vida privada que hacían de la gente, llevando al emulo de judas en un
borrico por todas las calles del pueblo, que al final, como represalia por
haber vendido a su amo Jesús, era linchado y despedazado a la vista de todos o
simplemente colgaban su cuerpo destartalado en alguno de los palos de al lado,
en señal de ahorcamiento, costumbre que
a la fecha ha desaparecido. También se le veía pasar amarrado en los vagones
del ferrocarril.
PARRÓCOS. Sin embargo, ha sido difícil a
través de los años, lograr la permanencia de un párroco para la iglesia citadina,
pues a partir del primer titular, más o menos por el año 1950, el padre David
Arbizú, seguido por Francisco Porras, cura éste fuera de serie, bastante joven,
liberal y amigo que compartía con la
muchachada actividades del pueblo y hasta comilonas de gallinas, distinto a los demás, y el que atiende actualmente, ha
habido muchos interinos que solo vienen a desempeñarse por corta temporada y se
largan para otra iglesia, tal vez por la dificultad que encuentran en la catequesis, dejando el
ministerio a merced de algún sacerdote vecino, regularmente el de Sn Agustín o
Sn Cristóbal Ac., que de vez en cuando viene a atender la iglesia, pero de todas maneras se mantienen los servicios y la fe a través de
los sermones que pregonan.
La gente nuestra, según lo explicaba el padre Arbizú, es muy reacia a
recibir las enseñanzas de la Biblia, y tal vez tenga razón, pero la realidad
para algunas personas, incluyéndome, es que, convertirse al catolicismo o al
evangelio, no es cosa fácil, porque ello significa un acto de total sinceridad,
de entrega, de sacrificio y de sometimiento a los designios de su máxima
expresión, Dios, y de las Sagradas Escrituras que las rigen, debiendo como
consecuencia, renunciar a todo lo malo, para dar paso al ejercicio del bien
común, en toda su extensión, pues no es válida la persistencia del pecado, como suele ocurrir en muchos casos,
de personas que se jactan de tal, portando
sendas Biblias bajo el brazo y cargando imágenes de famosas iglesias, con
grandes lujos y pompa, para semana
Santa, por ejemplo, engañándose a sí mismas, para caer en la triste situación
de traidores, como Judas Iscariote lo fue, y de repente, pregonando: “yo soy
cristiano, creo en Dios, pero la respuesta es que: Él no cree en ellos”. Porque
sabido es, que existen individuos ignorantes, pícaros de por sí, que abrazan o
se escudan en una religión, para simplemente “esconder” sus malos pensamientos
y malas acciones o por vanidad. En tal caso, sería mejor, como
indica el refrán: “no meterse a camisa de once varas”, si no se puede cumplir, asumiendo,
que el pecado es parte de la naturaleza
misma y que el temor y obediencia al Ser Supremo, lo detiene, y concede paz,
tranquilidad y gozo espiritual, pero con fidelidad. Por eso, en lo que a mí concierne,
yo soy mi religión y mi propia Iglesia,
por qué creo firme y vehemente en Dios y en la Madre Naturaleza.
ANÉCDOTA. Un acontecimiento sobre este tema
da cuenta que, cuando se realizaban actos religiosos en el Oratorio de el
Tintero, por la década de los 40 del siglo pasado, un sacerdote capitalino que
vino a oficiarlos, con la venia del titular, se negó a continuar con los muchos
bautizos programados alegando situaciones que no venían al caso, y la feligresía
presente, enfurecida, después de reclamarle su proceder y hacerlo recapacitar,
con resultados infructuosos, en acciones tumultuarias, arremetió contra el cura,
montándolo en el tren y sacándolo del pueblo de regreso abucheado en
multitudinaria manifestación, escapándose de ser vapuleado, de no haber sido
por la oportuna intervención de más de alguna persona influyente.
IGLESIAS EVANGÉLICAS. Por todo el municipio, en donde existe un
caserío o una aldea, hay también una iglesia evangélica, de cualesquiera
creencias, aunque sea sencilla, cuya misión principal como es sabido, consiste
en la enseñanza de su doctrina, con énfasis en la prédica del bien común y en
la moralización de sus
Iglesia Evangélica Sinaí.
fieles, como factores determinantes para una vida llena de armonía, paz y tranquilidad, amándonos los unos a los otros, teniendo como
máxima inspiración a Dios, como ser supremo
del universo, predican ellos.
Por supuesto que no fue fácil su
penetración en el municipio, como no lo fue, en principio, en toda la comarca,
debido a la raigambre que mantenida la religión católica, por la existencia por muchos años, post conquista, del Curato
adscrito al Corregimiento de Acasaguastlán, que ejercía agresiva influencia en
la catequesis, atrayendo rápidamente a los habitantes, siendo por lo tanto,
lento el ingreso de los protestantes, especialmente de los llamados testigos
de Jehová procedentes de Chiquimula,
allá por la década de los 20 del siglo anterior, con la presencia de fogosos
oradores como Ladislao Ortega, Antonio Sosa, Melquiades Casasola y Oscar
Barrientos, como pastores, albergados en una humilde casita, como capilla,
botada con el tiempo para dar cabida a la construcción de un moderno edificio
de hermosa fachada, con campanario anexo, bajo la dirección de un magnífico albañil de
la capital de nombre Gregorio García, padre de Julio Chávez, en la década de
los 40 del siglo citada, en el predio situado en la esquina opuesta del sitio, ahora,
de los herederos de doña Lola Castillo; artesano que además, construyó varias
bonitas casas en la población, lamentablemente,
destruías todas, por el terremoto del 76. Han habido unos pocos falsos
pastores.
La
campana de esa primitiva iglesia, aunque parezca raro la existencia de ese
instrumento, en estos tiempos, rigurosamente, feligrés alguno, la hacía sonar
alegremente, entrando la noche, llamando
a los fieles a asistir al culto del momento, a oración a la hora del
crepúsculo, cuyos eventos en ese tiempo
eran acompañados de música selecta, suave, que transportaba el ánimo de quienes
la escuchaban a dimensiones celestiales, que un diestro ejecutaba con un
instrumento antiguo llamado armonio, contrario a lo que es hoy día con el
súbito cambio de sus reglas, cundo la música utilizada para esos actos, en su mayor parte, es movida, al estilo ranchera o popular,
“alegre”, dicen unos, de las nuevas “generaciones” dicen otros, pero de todas
maneras contagiosa y provocadora, aunque con letra, eso sí, relativa a la grey,
pues casi en todas sus estrofas se menciona a Dios, al Señor, al Salvador o a
Jesús Cristo y Rey.
Algo
novedoso de esta iglesia era, que de vez en cuando, realizaba alegres congregaciones que colmaban las calles del
pueblo, de feligreses de todas partes de la región, lo que ameritaba el destace
de una enorme res para dar de comer a la multitud visitante. En la población
existe actualmente una iglesia evangélica relativamente nueva, bastante formal,
que dirige Gustavo Carranza Casasola, a la que acuden los días de servicio
regular número de siervos a la práctica de sus ritos religiosos.
COMPETENCIA RELIGIOSA. Predomina la
religión católica, pero la evangélica, avanza a pasos agigantados, tal vez
porque sus dirigentes son más penetrantes con la gente, ellos en su afán de catequizarlos llegan a las
personas, en sus propias casas de habitación o donde se encuentren, y los curas
los esperan en su iglesia, en horario
determinado y todo servicio: bautizos, misas, matrimonios, etc., los hacen
previo pago de alguna cuota y, aunque los otros también, son más
condescendientes. Lo único anómalo de esta ultima religión o secta como la
llaman algunos, es que los pastores, con algunas raras acepciones, son personas
no preparada, que apenas leen la biblia,
mucho menos interpretarla, actuando algunas veces de buena fe y, otras, por
congraciarse consigo mismo, haciéndose patente el refrán que dice: “yo creo en
Dios, pero Dios no en ellos.”; pero como en toda religión, hay bueno y malo,
pero más bueno que lo último. Fieles creyentes de los evangelios fueron en su
tiempo los clanes familiares que yo
recuerdo, de Ladislao Ortega, su hijo el Licenciado en Teología Augusto Ortega
Alvarado, bastante destacado, seguido de Dolores Mejía, Guillermo Godínez, Zenón
Morales, quien falleció a los 110 años, Arcadio Orellana, Indalecio Duarte,
Antonio Grajeda y otros, todas personas de bien.
EL 15 DE ENERO. En la población, durante
mucho tiempo, se celebró como festividad del catolicismo, el día del Señor de Esquipulas, el 15 de enero de cada
año, en casa de la señora Higinia Barrillas, así cariñosamente llamada esta devota persona, en
el predio que ahora ocupa la casa de Blanca Galdámez, con cantos y oraciones
relativas al evento, repartiéndose al final, a pesar de su pobreza, buenas
tazas y “atoladas” de shuco (atol de maíz fermentado y después cocido), a la
multitud que se hacía presente a los rezos. Dicha señora tenía su particular
forma de vestir, usando faldas hasta los tobillos y zapatos altos de hombre, de
los llamados “burros”. Fumaba “puros” y era muy estricta; fue por muchos años,
hasta su muerte, la partera del pueblo.
LA SANTA CRÚZ. Por el estilo, también se
celebraba con júbilo y fervor religioso en Buenos Aires por muchos años, como
festividad propia del barrio, el día de la
Santa Cruz, el 3 de mayo de cada año, que se prolongaba por dos días
más, estableciéndose en las cercanías de la ceiba y una fuente (pila) circular
que ahí existió, champas que albergaban comedores y otros negocios e incluso se
establecían loterías y juegos mecánicos, cuya muchedumbre se congregaba en casa
de Clara Arrivillaga (señora Clara), así cariñosamente llamada, en donde lo
mismo que la anterior se ofrecían cumplidos ritos religiosos relacionados con
ese magno día, se repartía shuco a los asistentes y se daba de fumar a los
adictos cigarrillos “pata de coche” y en definitiva se vivía un ambiente de
verdadera fiesta, casi hasta el amanecer, resaltando en todo momento la voz
ronca de doña Clara al final de cada oración, con el ”amen” y el “ora pro novis”
y “maría concebida”.
Por
esta época también se montaba cada año, un acto de cultura popular, que
consistía en exhibir por todo el pueblo a dos sujetos que representaban al “Invierno”
y “Verano”, vestidos con hojas verdes y secas de plátano, cada uno, bañándoles los seguidores de agua por
cubetadas, con alegres expresiones jocosas alusivas al evento, en todo su recorrido, que tenía como moraleja
despedir el verano y reclamar el invierno inmediato, como una tradición propia
de la región.
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